lunes, 30 de marzo de 2009

Come as you are and suck my kiss (3/4/3)

Me pasa que a los lugares los recuerdo como canciones. Por ejemplo, si me tomo el 37 en dirección a Lanús me resulta inevitable, a cierta altura de Combate de los pozos, no empezar a cantar Resumen Porteño. También me pasa con algunas personas, uno de ellos es el Chino. La razón es más que importante fue él quien me hizo escuchar el TDK que una vez más marcaría mi vida para siempre.

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Estaba en segundo año, esa mañana como tantas otras entré por el portón de la calle Palaá y fui directamente a la zona de los talleres. Era temprano y el único que esperaba el comienzo de la clase era el Chino. Estaba sentado en un banco de cemento que había en la puerta del taller de electricidad. Tenía los auriculares clavados en las orejas y movía frenéticamente la patita al ritmo de la música que se escuchaba desde unos metros antes.

Nos dimos la mano y siguió en su mundo. Le pregunté que escuchaba. Le volví a preguntar. Tuve que hacerlo nuevamente, esta vez golpeando su pierna para que me prestara atención.

— ¿Qué? –dijo elevando la voz-.
— ¿Qué escuchás? –repetí-
— Un disco que me grabó mi primo –dijo dándome el auricular derecho-

Mis arterias, por autopista, llevaron la música a mi cerebro. La adrenalina subió de repente. Sentí la euforia.

— ¿Quiénes son?
— Se llaman Nirvana – respondió el Chino-

El disco era Nevermind.

— Suenan de puta madre –dije-
— Suenan terrible –respondió-
— Escuchá esto otro –dijo invirtiendo el sentido de la cinta en el walkman-

Sentí una nueva inyección de adrenalina. No era Nirvana. Sentí el groove en mi cuerpo. Mi corazón se hinchaba cada vez más con los graves del bajo.

— ¿Y esto? –dije sin quitar la vista del walkman-
— Red Hot Chili Peppers. Estos se llaman Red Hot Chili Peppers.

De fondo sonaba Funky Monks y ya no estábamos en la escuela. Sólo dios sabe donde estábamos.

Al final de la clase lo convencí de intercambiar cassettes por un día. Yo me llevaba ese tesoro y él Fear of the dark, mi última adquisición. El viaje de vuelta a casa fue el más lindo de aquellos años. Por primera vez no me importaba estar más de una hora en el colectivo. Es más hubiera deseado que no terminara nunca.

Tengo muchos recuerdos muy lindos de esos dos años en la E.N.E.T Nº 3 de Avellaneda, pero el de aquella mañana es, sin lugar a dudas, el más lindo de todos. Esa mañana supe que ya no había retorno. Y no me equivoqué. Hoy cada vez que escucho esos discos me acuerdo del Chino, y cada vez que algo me hace acordar a él no puedo dejar de cantar Come as you are.

lunes, 23 de marzo de 2009

Diez textos en terapia intensiva

Hoy me había prometido publicar la tercera y última entrega de “Discos que cambiaron mi vida”. Como se habrán dado cuenta las dos primeras no fueron gran cosa y si suponen que la tercera será la excepción están equivocados. Será igual o peor que sus hermanas mayores.

Pero no es su mala calidad lo que me llevó a posponer su publicación, sino la angustia que me genera no poder producir el texto siguiente. En los ocho meses de vida de este blog me pasó sólo una vez, y fue hace mucho tiempo.

Lo más preocupante es que la falta de textos no se debe a la ausencia de ideas, ya que estuve (y estoy) trabajando en varias historias que, sin lugar a dudas, son mejores que las publicadas últimamente.

El caso es que no logro cerrarlas. Algunas están a medio hacer, a otras les falta simplemente cerrarlas y las demás están apostadas en las filas del borrador esperando que me decida de una buena vez a publicarlas.

Supuse que contándoles que había diez textos en terapia intensiva dentro de la carpeta SoneuS en mi PC, sería el comienzo del parto. Estoy seguro de que si pongo un listado de los títulos (tentativos) de esas historias en coma, al menos alguna de ella verá la luz en las próximas semanas.

En fin, nada asegura que esto resulte pero aquí va el listado:
  • Recursos Humanos
  • No te pongas Azul
  • Malas palabras
  • Primera vez
  • El otro dice
  • Causa común
  • Los mejores apodados
  • Lamiendo el pescadas
  • Tu casa es mi casa
  • Informe sobre tetas
Espero que haga efecto: por mi salud emocional, la vida de mis pequeñas y para evitarles una nueva decepción. Eso si, tengan en cuenta que la próxima es la tercera parte de los discos, y eso no se negocia.

lunes, 16 de marzo de 2009

Think about you (2/3)

La segunda vez que me crucé con un disco que sería una bisagra en mi vida tenía once años. El hermano de un amigo, algunos años mayor que nosotros, lo escuchaba en su habitación. Estábamos mirando Brigada A cuando escuché los primeros acordes. Inmediatamente me levanté de la silla y sin pedir permiso entré en el cuarto.

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En la oscuridad los sonidos se amplificaban, un pequeño hilo de luz caía sobre uno de los parlantes. El cono se agitaba violentamente y mi corazón, en tandem, estaba a punto de estallar. Nunca hasta ese momento había sentido nada parecido.

Desde las bocinas un perfecto desconocido gritaba sobre una expresión musical totalmente extraña para mí:

I think about you
Honey all the time my heart says yes
I think about you
Deep inside I love you best
I think about you
You know you're the one I want
I think about you
Darlin' you're the only one
I think about you

— ¿Qué querés pendejo? –Dijo Claudio desde las sombras-
— ¿Qué escuchás? –pregunté excitado-.
— Una banda nueva que me pasaron, se llaman Guns N´ Roses.
— Me lo tenés que prestar –dije sin dudarlo-
— Ni en pedo. Trae un casete y te lo grabo.
— ¿Ahora?
— Si querés….

Salí sin decir más y corrí las casi dos cuadras que me separaban de mi casa. Entré, abrí la latita de los ahorros y fui directamente a la disquería. Compré un casete virgen y volví. Creo que no pasaron más de diez minutos.

Una hora después salía con Appetite for destruccion en el bolsillo. Me encerré en mi piesa y lo puse a rodar en el walkman que me había comprado con la plata que había juntado en mi comunión.

Estaba totalmente fascinado y fanatizado a la vez. Por primera vez una banda “de las mías” sonaba tan bien como las de mi viejo. Sentía que los Guns no tenían nada que envidiarle a Zeppelín y a Purple y creo que no me equivocaba.

Fue a partir de esa tarde que mis compañeros de colegio me empezaron a decir el rocker y la enésima vez que me preguntaron como “se usaba” el bajo en el rock dejé de tararear "Whole Lotta love" para tararear “Rocket Queen”.

Unos años después vinieron los “Illusion” y “mi banda” se transformó en “la banda de todos”. Por lo que poco a poco me fui alejando de aquel TDK.

Aunque cada tanto, vuelvo. Ahora en CD.

martes, 3 de marzo de 2009

Perdiendo el control (discos que cambiaron mi vida 1/3)

Por definición, según la RAE, un padre es aquel varón o macho que ha engendrado. Es decir que ha dado vida. En mi caso mi viejo no sólo me dio la vida, también me la cambió para siempre. No fue con un acto heroico, ni con una lección de vida de esas que nunca se olvidan. Fue con un simple regalo.

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Fue la tarde del 4 de diciembre de 1985, probablemente hiciera calor. Ese miércoles mi viejo tenía 29 años y era empleado de una metalúrgica del sur del Gran Buenos Aires. Supongo que salió del trabajo a las 15:00 y caminó los 80 metros que separaban el gran portón gris de la parada del colectivo. Es probable que mientras esperaba haya encendido un Le Mans Azul. Después subió al 33 o al 271, el que haya llegado primero, y se bajó algunas cuadras antes de la parada habitual.

Casi no tengo dudas de que en el camino se cruzó con algún amigo al que le contó que era el cumpleaños de su pibe. Cambiaron algunas palabras, se despidieron y entró en la única disquería que había en el barrio. (Yo conocía bien ese local, solía quedarme ahí viendo discos cuando iba con mi vieja a hacer los mandados)

Después, imagino que se habrá quedado frente a la vitrina en la que estaban los cassettes de Led Zeppelín, Deep Purple y Los Doors. Pasó sin escalas a la vitrina de Pappos Blues y Vox Dei; se tentó, pero creyó que sería conveniente regalarme algo nuevo. Puede que en ese momento sonara de fondo Soda Stereo, Virus o Los enanitos verdes. Es probable que mi viejo acercándose a mostrador haya hecho la siguiente pregunta:

— Estoy buscando un disco para regalarle a mi hijo ¿Qué me podés recomendar?

Posiblemente el vendedor contestó:

— ¿Querés algo de moda?

O simplemente haya dicho:

— Mirá los que más están saliendo ahora son Nada Personal de Soda Stereo y Rockas Vivas de Miguel Mateos.

Quién sabe… a quién le importa…

La cuestión es que mi viejo llegó a casa con un pequeño paquete amarillo con un moño rojo. Recuerdo que abrió la puerta, tomó en brazos a mi hermana, le dio un beso a mi vieja y se acercó a mí. Con el brazo que le quedaba libre rodeo mi cuello y me besó la frente sobre el flequillo. — Feliz cumple —dijo extendiendo la mano con el pequeño paquete—.

Sin abrirlo supe que era un cassette. Mi primer cassette.

La portada era amarilla y rosa. Una línea diagonal separaba las tonalidades. En el centro un hombre con campera de cuero tocaba una guitarra. Sobre la imagen con letras blancas decía MIGUEL MATEOS – ZAS, al costado izquierdo de la imagen Rockas Vivas.

Agradecí y miré a Papá con cara de ¿puedo ponerlo?. — ¿Qué esperás? —respondió con la mirada—.

Abrí la tapa del Crown Mustang puse el cassette y apreté play.

Después de una introducción de batería electrónica y teclado Miguel Mateos comenzó a cantar:

Si quiero convertirte en ángel,
o arrancarte un botón,
firmar la paz, andar desnudos,
nena es tan sólo porque estoy
perdiendo el control

Oh! Oh! Oh! perdiendo el control

Creo que escuché esa cinta más de 1000 veces. Veintitrés años después, mientras escribo estas líneas y sus temas suenan nuevamente, esta vez en Mp3, recuerdo de memoria todas las letras.

A pesar de haber escuchado cientos de discos mejores, tengo que reconocer que sin lugar a dudas Rockas Vivas cambió mi vida para siempre.

Además, aunque no haya sido el más lindo, nadie se olvida del primer amor.