tag:blogger.com,1999:blog-87430961244099623972024-02-07T23:25:22.773-03:00SoneusSoneushttp://www.blogger.com/profile/03627575513703178472noreply@blogger.comBlogger9125tag:blogger.com,1999:blog-8743096124409962397.post-52542213595299301172009-10-21T20:26:00.004-03:002009-10-21T20:30:55.680-03:00Office historyMary nació en Kansas el 8 de diciembre de 1973, sus padres, ambos de nacionalidad argentina, emigraron al país del norte a fines de la década del 60. Durante los primeros años de residencia en tierra Yankee vivieron, siguiendo sus instintos, en una comunidad hippie.<br /><span class="summarypost"><br /><a href="http://soneus.blogspot.com/2009/10/office-history.html">Seguir Leyendo... </a><br /></span><span class="fullpost"><br />Un lustro después, Mario no pudo evitar sacar provecho de su viveza criolla e hizo algunos negocios que le permitieron sacar una considerable suma de dinero, lo que les garantizó a él, Marta, su mujer y a su pequeño vástago hacerse poseedores de una pequeña granja.<br /><br />Desde aquel glorioso 6 de enero de 1974, día en el que durmieron por primera vez en la “Ponderosa”, así bautizaron su hogar, todo fue de maravillas. La familia se agrandó dos años después, con la llegada de Jonathan. Los niños Gómez crecieron sanos y fuertes entre cosechas de trigo, maíz y rodeados de animales.<br /><br />Mary ama la vida en la granja, se levanta poco antes del amanecer y realiza los quehaceres de todos los días. Ordeña las vacas, alimenta a los cerdos, recoge los huevos del gallinero y verifica que los canales de riego funcionen perfectamente.<br /><br />Algunas tardes, si es necesario, corta grandes troncos con su motosierra y los deposita en el galpón que está ubicado pocos metros detrás de la casa. Los días que no hay mucho trabajo hornea pasteles de manzana que pone a enfriar en el marco de la ventana.<br /><br />Cerca de las seis de la tarde, luego de ducharse, enciende la computadora y entra a su facebook. Después de mirar las nuevas fotos que han colgado sus amigos se une a algún grupo copado o escribe comentarios en los muros de sus contactos y pasa algunas horas jugando a Office History, su aplicación preferida. <br /><br />Desde el teclado comanda a Yolanda, su alter ego en el juego, con quien se divierte respondiendo mails, atendiendo el teléfono, sacando fotocopias y atendiendo a proveedores. Además tiene que soportar los gritos de su jefe y las incoherencias de su coordinadora de área.<br /><br />Hoy Mary está más feliz que de costumbre porque un nuevo contacto comenzó a jugar Office History, con ese llegó a los quince amigos que juegan, por lo que en pocos días podrá comprar la cafetera para el box de Yolanda y su productividad aumentará el 10%.<br /><br />Pasadas las diez Mary apaga la Pc y se acuesta a descansar, mañana la espera un duro día en la granja.<br /></span>Soneushttp://www.blogger.com/profile/03627575513703178472noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8743096124409962397.post-77506753565694155012008-12-12T18:44:00.007-02:002009-04-17T18:03:52.634-03:00Algo habrán hecho<div style="text-align: justify;">Muchos años atrás, cuando todavía me afeitaba por gusto, yo era frontal. Decía lo que me parecía sin medir las consecuencias. No me importaba con quien estuviera hablando; ni donde, ni cuando. En algún punto entre aquella época y hoy algo pasó. Las muchas veces que me pregunto que fue ese “algo” no encuentro una respuesta, aunque recuerdo cosas bastante insólitas. Esta, sin duda, es una de ellas.<br /></div><span class="summarypost"><br /><a href="http://soneus.blogspot.com/2008/12/algo-habrn-hecho.html">Seguir Leyendo... </a><br /></span><br /><span class="fullpost">Como ya conté otras veces hice el colegio secundario en tres establecimientos distintos. Esto ocurrió pocos meses de haber ingresado al tercero. Si no me falla la memoria, y ninguna fecha patria se me escapa, tiene que haber sido en mayo. Todavía seguía siendo “el nuevo” y si hay un rasgo que me caracteriza es caerle muy mal a la gente a primera vista.<br /><br />En esa época todavía trabajaba en la obra. Me levantaba a las 5 de la mañana y me rompía las manos y la espalda hasta las 16. Llegaba a casa a las 16:30, me bañaba y salía corriendo al colegio. Podrán imaginarse que no tenía muchas ganas de conocer gente. Así que el trato con mis compañeros era casi nulo.<br /><br />La noche que me ocurrió lo que voy a contar todavía no tenía amigos del colegio. Días atrás la profesora de Literatura nos había pedido que escribiéramos un discurso. El mejor de los escritos sería leído durante el acto del 25 de mayo. De los treinta y tantos que éramos en el curso eligió el mío, no porque fuera bueno —supongo— sino porque a ninguno de los demás les importaba demasiado escribir.<br /><br />Lo cierto es que la semana siguiente el Grego se asomó a la puerta del aula, saludó al Profesor que estaba dictando clase y dijo: —Señor Soneus, podría venir un minuto por favor. Todos me miraron. Miré al Profesor esperando su aprobación y cuando asintió con la cabeza me levanté y salí del aula.<br /><br />El Grego era (y espero que lo siga siendo) más parecido a un ropero que a una persona. Daba Teoría de los Circuitos II, Laboratorio II, y otras dos materias que no recuerdo. Al igual que yo le caía terriblemente mal a la gente. Una vez que lo conocías era un pan de dios, pero hasta ese momento no nos conocíamos.<br /><br />Cuando salí del aula dijo seriamente:<br /><br />— ¿Podemos hablar un minuto?.<br />— Sí, claro —respondí— ¿Qué necesita?<br />— Acompañeme por favor —dijo— y me condujo a través de un pasillo hasta la sala de profesores.<br /><br />Me quedé parado en la puerta. No estaba muy seguro de querer entrar. El Grego ya se había sentado.<br /><br />— Pase por favor —dijo—.<br />— Si no le molesta prefiero quedarme acá —respondí—<br /><br />Se levanto de la silla, camino hacía mí, puso una mano en mi espalda, me metió dentro de la sala y me invitó con un gesto a sentarme. Después cerró la puerta y se sentó enfrente.<br /><br />— ¿Sabe por que está acá? —dijo mirándome fijo—.<br />— No tengo idea —respondí— pero a juzgar por la situación supongo que por nada bueno.<br />— Tampoco es porque haya hecho algo malo —dijo— hizo algo que no le conviene.<br />— Discúlpeme, pero no sé de que me está hablando.<br />— Le estoy hablando del discurso —respondió—<br /><br />Yo no recordaba siquiera que había una materia que se llamaba Literatura. Mi cabeza iba a mil. Aunque estaba seguro de no haber hecho nada malo, al menos, dentro del colegio.<br /><br />— Disculpe, no sé de que está hablando —dije—.<br />— Estoy hablando del discurso que escribió para el acto. ¿Fue usted el que escribió esto no? —dijo tirando el papel sobre la mesa—.<br />— Si —respondí— fui yo.<br />— ¿Usted sabe que no muchos años atrás lo hubieran matado por decir la mitad de las cosas que están escritas en este papel?.<br />— No entiendo —tartamudee fingiendo no saber de que estaba hablando—.<br />— No se haga el boludo conmigo —dijo sin levantar la voz—<br />— No me parece para tanto —respondí mirando el papel—.<br />— Eso es un arma de doble filo señor Soneus.<br />— Disculpe, no fue mi intención yo solo…<br />— Usted nada. Usted está loco. Como se le ocurre escribir eso.<br />— Le juro que.<br />— No me jure hombre. Hágase cargo de lo que hizo.<br />— Pero si no hice nada —respondí— ahora si casi al borde del llanto.<br /><br />Sentí que la puerta se abría y pensé que era lo último que iba a escuchar en mi vida. Otro profesor entraba a la sala.<br /><br />— Disculpá Orlando, ahora está ocupado —dijo Grego—. Nos podés dejar solos.<br /><br />Yo lo miré pidiendo auxilio, pero no fue suficiente. —Disculpen —dijo— cerró la puerta y se fue.<br /><br />— Como le estaba diciendo —prosiguió— hace un par de años, por decir mucho menos que esto, lo chupaban y lo mataban.<br />— Pero eso ya no pasa más —dije— mitad afirmando, mitad preguntando.<br />— Por suerte no pasa más —dijo Grego— y a mí me volvió el alma al cuerpo. —Pero sabe lo que si sigue pasando<br />— No, no sé —respondí—.<br />— Los discursos se siguen guardando. Una copia de todos los discursos. Con el nombre y el apellido de quien los escribe. Y si el día de mañana esos hijos de puta vuelven a hacer lo que hicieron van a encontrar esto firmado por usted. Entonces lo van a ir a buscar y lo van a hacer mierda.<br />— No sea exagerado —respondí—<br />— No soy exagerado. Soy realista. Usted habla sin saber, pero yo la viví de cerca. Entonces, si no se enoja, le vamos a hacer algunos cambios.<br />— Cambie lo que quiera —dije—<br /><br />A esa altura ya estaba totalmente relajado. Había entendido lo que me había querido decir. También era consciente del porque lo decía. Fue por eso que no me opuse.<br /><br />— Ahora que ya se aclaró todo. Me deja que le dé un consejo.<br />— Si, claro —respondí—<br /><br />Y acá comenzó un monologo del cual voy a hacer un resumen —en parte porque obviamente no lo recuerdo de memoria, en parte porque duró por lo menos 5 minutos—.<br /><br />— No tiene que ser tan frontal. Yo entiendo que está en una edad en la que se quiere llevar el mundo por delante. Pero tiene que camuflar un poco sus ideas. Mire que fue muy jodido lo que pasó. De todo lo que tenga ganas de decir, diga sólo la mitad, lo otro guardeselo para usted, comentelo con algún amigo, en su casa; pero nunca ante gente que no conozca. Mucho menos en una escuela. Tiene que usar más metáforas; tiene que decir, por ejemplo, “Me gusta el chorizo, pero me chupo la cachucha”.<br /><br />Escuché hasta ahí. Me mordí la lengua y aguanté como pude. Nada de lo que dijo después tuvo sentido para mí. Cuando terminó de hablar se paró y me pidió que volviera a clase.<br /><br />Fui al baño, me reí en silencio, me lavé la cara y volví a clase. Entré al salón, me senté y miré a mi compañero de banco con cara de nosabesloquemeacabadepasar. Él me miro por unos instantes, bajó la vista y siguió tratando de resolver la ecuación.<br /></span>Soneushttp://www.blogger.com/profile/03627575513703178472noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-8743096124409962397.post-25924692317602859962008-12-09T21:06:00.019-02:002008-12-12T18:51:09.819-02:00La reja (Parental Advisory - Explicit Content)<div style="text-align: left;">Desde que tengo memoria el pasado fue un enigma para mí. Siempre me costó aceptar que 2000, 500 o 100 años atrás los seres humanos eran iguales a nosotros (intelectualmente hablando). La realidad es que lo somos. Si me apuran, hasta soy capaz de decir que hoy somos peores que hace 100 años. Lo que no podemos negar es que la tecnología ha avanzado a pasos agigantados. Esa evolución, en ciertos aspectos, ha colaborado con la involución del hombre.<br /></div><br />Hoy por hoy internet nos permite estar más conectados que nunca, sin embargo, más que conectarnos nos aleja. Todo lo que necesitamos saber lo buscamos en Internet, si no está en Internet, simplemente, es porque no existe. Hoy si necesitamos contactarnos con un amigo lo buscamos en el Messenger, en el Facebook o le mandamos un mail.<br /><br />Hace no muchos años, cuando Internet era, al menos en argentina, un lujo que unos pocos podían darse, las cosas eran distintas; muy distintas. Que decir de hace 100 años, cuando el lujo era el teléfono. La gente se juntaba y punto. Es decir, hace 100 años, la gente estaba mucho más “conectada” que hoy en día. La cantidad no hace la calidad.<br /><br />Ayer, como la mayoría de los feriados que no me voy a ningún lado, me puse a ordenar mis cosas y encontré un papel doblado en ocho pliegues. Escrito por mi, con mi letra de hace 10 años (la nota está fechada al dorso el 17/11/1998), había una especie de poema cuyo título es “La reja Florida”.<br /><br />Recuerdo que lo copié mientras trabajaba en la fábrica. Jorge, un compañero, me lo había dictado durante un almuerzo. — Es una letra de tango –me había dicho-. Recuerdo que le pregunté si lo tenía en audio y su respuesta fue que no, que debido a su “alto contenido erótico” jamás había sido grabado. — Es más –me dijo- yo nunca lo escuché cantado por nadie.<br /><br />Cuando le pregunté cómo era posible que lo recordara dijo que “lo había aprendido hace muchos años del boca en boca” (porque en ese entonces la gente se juntaba). Ayer volví a leerlo después de muchos años y me pareció igual de bueno. Horas más tarde quiso la casualidad que leyendo un ensayo sobre el <a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="http://www.oei.org.ar/edumedia/pdfs/T13_Docu2_Eltangoylasexualidad_Varela.pdf" target="_blank">Tango y la Sexualidad</a> descubriera que en realidad “La reja florida” fue escrita por <a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngel_Villoldo" target="_blank">Ángel Villodo</a>, el mismo que escribió “El choclo”, y que su título no es “La reja Florida”, sino simplemente “la reja”.<br /><br />Inmediatamente volví a la computadora a buscar la letra de “la reja” y no la encontré en ningún buscador. Decidí subirla por dos razones. Por un lado me parecía una lástima que se perdiera en el olvido. La otra razón y posiblemente la más importante, al menos para mí, es que esta letra fue escrita a hace aproximadamente 100 años. Y como tendrán la oportunidad de descubrir quienes quieran seguir leyendo, el <a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjt93BVLT9TGT0CMAxt5_Ag3RDQwo-bnFDjqwxzXwW4JcJ70fApTDrkVvRldgM4kYxKSs3D1mDWVUcUklQa3wGzC4WtuGL1fEMVwrXpr5R9z7qLFbZX8wGFgYaUTkLsTpKOUth_0vrxoo/s1600-h/Explicit.jpg" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=160,height=115,top=200px,left=300px'); return false;">cartelito</a> de PARENTAL ADVISORY “EXPLICIT CONTENT” impuesto en 1985, pudo haber sido usado 100 años atrás. Súmenlo a la lista de inventos argentinos.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Advertencia: si sos menor de edad no deberías leer lo que sigue, si de todos modos querés hacerlo no me puedo oponer. Lo que no tenés permitido es decirle a tu abuelo cuando critique las letras de hoy en día:</span><br /><br /><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">viejo de mierda, cerrá el ocote que las de tu época eran peores!</span><br /><br />Sin más preámbulos:<br /><span class="summarypost"><a href="http://soneus.blogspot.com/2008/12/la-reja-parental-advisory-explicit.html">Seguir Leyendo... </a></span><span class="fullpost"><br /></span><span class="fullpost"><br />“La reja”<br />Un callejón, una reja<br />En infatigable acción<br />Se encontraba una pareja<br /><br />Ella apoyada en la reja,<br />en posición pecadora,<br />le ofrecía tentadora<br />Su archipeluda cajeta<br /><br />EL sacándole una teta<br />miró para todos lados<br />y al ver que no estaban mirados<br />sacó la pija con corte<br />que salió como un resorte<br />al abrirse la bragueta<br /><br />Era un porongo fornido,<br />soberbio y descomunal.<br />¡qué bárbaro el animal,<br />qué quipote había tenido!<br /><br />Y empezó a hablarle al oído<br />palabras muy amorosas:<br />abrí tus piernas preciosa,<br />entregame el tierno nido.<br /><br />La mina trató de hablar:<br />¿Te habrás propuesto matarme?<br />pues yo no puedo tragarme<br />una garcha tan atroz.<br /><br />Y él con un gesto feroz<br />y un poco de disimulo,<br />le metió un dedo en el culo<br />para cojerla mejor<br /><br />La piba pedía pan<br />y pa´ bien dice el refrán<br />Que lo bueno dura poco.<br />Pues bajo la luz de un foco<br />un botón se vio asomar<br /><br />Y la mina al palpitar<br />La maroma que venía<br />Le dijo al macho que hervía:<br />¡Querido sacá la pija!,<br />Sacala rápidamente.<br /><br />Mirá que viene el agente<br />Y nos va a portar en fija.<br />Y el cana que era decente<br />Una vez que allí llegó<br />De esta manera engrano:<br /><br />No me parece decente,<br />que jóvenes de su talle<br />anden cogiendo en la calle<br />cómo dos perros calientes.<br /><br />Todo el barrio está indignado<br />Todos los días hay quejas<br />Pues se dice que en el reja<br />Se piroba de parado.<br /><br />Y algunos despreocupados,<br />Que son los más asquerosos,<br />Después de coger gustosos<br />Dejan los forros colgados.<br /><br />Ángel Villoldo<br /><a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5X7ffqBD9s79yleOPjaRGRnrdRuF-6KoM40nuIPEAo2jfN4UvM2mKiukBHwlTjMiHjYV11R_o5Yow1oRJKYzM8gcHZoIxCyGDAa5lcfO3-0lLHGarPmex8-5Utcw2Ndn9JbJaSdoIUWo/s1600-h/La_reja1.JPG" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=490,height=661,top=200px,left=300px'); return false;">Acá</a> les dejo una foto del manuscrito (No critiquen la ortografía)</span>Soneushttp://www.blogger.com/profile/03627575513703178472noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-8743096124409962397.post-36394557878963173552008-11-15T20:02:00.043-02:002008-11-17T21:41:07.403-02:00Los cuatro sexos de la desgraciaDurante los primeros años del reinado del <span style="color: rgb(51, 51, 255);"> </span><a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrxih6yFgqaqDzKOcyHf8D6JZyaSHWp4G9rmQO7zerN9AOUctLoRcSml_V32v66zE3nnhs3EEBN2u-UAzP2Rz2yZ3dqppJQrSXrI351MHul45kL9cO-O3oIVqO-RCHrhsACmXtQZ9xFgNy/s1600-h/El+Diego.jpg" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=400,height=501,top=200px,left=300px'); return false;">diez</a> para mí hubo cuatro sexos.<br />Mi creencia se basaba en cuatro inscripciones con marcador indeleble, una por cada mingitorio del baño del colegio. De izquierda a derecha decían lo siguiente: Hembra, Macho, Puto, Guacho.<br /><span class="summarypost"><br /><a href="http://soneus.blogspot.com/2008/11/los-cuatro-sexos-de-la-desgracia.html">Seguir Leyendo... </a><br /></span><br /><span class="fullpost">El primer día de clases vi las inscripciones y supe que sólo había un lugar para mí, tal vez dos: Macho y Guacho.<br /><br />Macho sabía exactamente lo que significaba, hembra también. Sabía que los<span style="color: rgb(51, 51, 255);"> </span><a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDAgYNLC4INUXRgTPzOUQxUdyo18-U0UKzVYZxwXh1U57mTaDNL1RAu2Agzah3QQmGPFNO4iFb2Fqz2HDufiUVvLdsNGaXjSjZZGLAl0Vxf-9v0p5ZMtKYtGKG4fQbeVB0JxQKWlWmQGo/s1600-h/Puto.jpg" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=280,height=480,top=200px,left=300px'); return false;">putos</a> eran hombres que se vestían de mujer y trabajaban de bailar en el <span class="subrayar"><a href="#">corso<span>Corso: versión devaluada del carnaval, generalmente se celebraba en la avenida principal del barrio</span></a></span>. Sobre Guacho no tenía precisiones, pero tan malo no me parecía porque mi tío Gardel me decía de vez en cuando guachito lindo.<br /><br />En mis visitas al recinto sagrado fui alternando, según la urgencia, los <a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkrzHVrYfpcwWjfF6iwPawUE7wYTta2ACS36olbtBDOXPe-YX1iJv6xhPF89FIDMBZWg1k6Ylf4U9UCq7xP8IUdPmollUrwZB98XTHcBbY-lbXU1Q4R6-P7m7WUnpBcEYLToNA9AedZac/s1600-h/mingitorio.jpg" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=270,height=350,top=200px,left=300px'); return false;">mingitorios</a> Macho y Guacho. Esto duró al menos hasta séptimo grado, cuando nadie era más grande que yo para cargarme por mear en el Hembra o en el Puto. Igualmente esto ocurrió contadas veces –el uso de los otros mingitorios- y fue sólo en casos de extrema necesidad.<br /><br />En cuanto a los asuntos fisiológicas número 1 tengo que decir que salí invicto. Nunca, ni una sola vez, me senté, en siete años, en el <span class="subrayar"><a href="#">trono<span>Arg: sinónimo vulgar de inodoro</span></a></span> del baño la escuela. Es más, nunca me había sentado en otro<span style="color: rgb(51, 51, 255);"> </span><a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhClhtdAogkASJYcDn3eqCMLL77nukJK3Ckmv2DOqPf3AVR2tWm4gq36V2fPoJ-cN_uNtWZjaLKW_QdcoguYW3lCqXnb8Xt3dD1QwZHyx4iIkNojGdTotbRjyK_FG7y70atC9G7s4SyoIU/s1600-h/inodoro.jpg" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=310,height=310,top=200px,left=300px'); return false;">inodoro</a> que no fuera el de mi casa.<br /><br />EL invicto lo tuvimos sólo cuatro alumnos del “C” Carlitos, Pablo, Ángel (aunque hubo manchas en la porcelana que se las adjudicaron a él, pero nunca fueron probadas) y yo.<br /><br />Cuando terminé la primaria, el estúpido juego se fue conmigo al secundario. Ahí fue más difícil, porque hice la secundaria en un industrial (en realidad fueron 3 establecimientos distintos) y bancarse el doble turno es para pocos.<br /><br />El primer año lo superé con algunas dificultades. En el aspecto académico fui promovido a segundo con dos previas, matemática y castellano. En el aspecto higiénico fueron dos casi no llego.<br /><br />El 2do año la manía se acrecentó, seguía sin sentarme en otro inodoro que no fuera el de casa y para colmo de males, un principio de asma me obligó a seguir un estricto tratamiento de corticoides que duró más de un año y dejó como saldo veinte kilos más en mi cuerpo. Por ese entonces y tal vez por mis 92 kg. distribuidos en mi metro sesenta comenzaron a decirme “el gordo”. Y yo, haciendo honor a mi mote, me comportaba como tal.<br /><br />Y la cuestión es simple, todo lo que entra tiene que salir. Más entra, más sale. Es una ecuación de primer grado. Pero yo no era muy bueno en matemática. Mucho menos en física.<br /><br />El viaje de casa al colegio duraba un <a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEEh8ewN1SySr_Ih8rrrKFJMk23Q1_dDl5UocpVqmZnhw5MXRSZW9vPA53lo64vZlvcgUglZypZx5wln-mAeoyGjkjQdU6Abs20Z7HLoBRc30FWj_iUGZiEXpdE9uL5qxqooPKPHkaOQk/s1600-h/tdk_60.jpg" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=320,height=205,top=200px,left=300px'); return false;">cassette</a>, por lo que comencé a quedarme en la escuela entre turnos. Los días se estiraban como fiaca de domingo y mi manía era cada vez más peligrosa. Pero yo no estaba dispuesto a ceder.<br /><br />Una mañana, diez años después de haber leído las cuatro inscripciones en la pared del baño del colegio, sentí que mi cuerpo experimentaba cada uno de los cuatro sexos.<br /><br />Los primeros síntomas se presentaron a media mañana y resistí los embates interiores con hidalguía, como buen macho que era. Como me consideraba macho pero no boludo, decidí que al salir de taller volvería a casa a arreglar ese asunto.<br /><br />Cuando sonó el timbre salí disparado del colegio. Caminé por Palaá y al doblar en Alsina fui consciente de que la distancia que me separaba del <a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgo0NIYOJc9hLROb-NDWmoZ3jyVQJ3y_fD1zJhuWbrczp8Uh7jB3SUNyzRUMfm3Yr2wL6qsosSDVWO9wBCYbfDXf-HeB8vM3V0bGq3DDgKBZrUZRxsFC057VfqpRqu8ENsduNtclPBLKSQ/s1600-h/Pescadas.JPG" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=310,height=450,top=200px,left=300px'); return false;">Pescadas</a> era enorme. La fuerza interior era aún mayor.<br /><br />Lo lógico en ese momento hubiera sido volver al establecimiento y terminar cuanto antes con esa tortura. Pero yo era un nene de mamá. Un maricón que no estaba dispuesto a negociar. Así que aposté a todo o nada y decidí seguir mi camino.<br /><br />Una cuadra antes de llegar a la parada del <a style="color: rgb(51, 51, 255);" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivQAo2hd6L3YxiP5VhDOVwkuAOgznLGcUpfAB1WCxO9x69cpL1prxrObV54AJj59h-qE2V2h9ysaIBURqryOcd65tJrfhiRRW1grKhHD-0Qf4O9HnQqkAdvY3t-0dDxau-mrhgzDrbIvg/s1600-h/271.jpg" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=490,height=475,top=200px,left=300px'); return false;">271</a> ya no me sentía tan macho, lo cierto es que estaba aflojando como un maricón.<br /><br />Me senté en la vereda creyendo que un descanso sería la solución. Sentía frío, sudaba y quería llorar. —No seas puto— me decía a mi mismo, ya va a pasar. Dos minutos después entré en fase Hembra. Inmediatamente ocurrió la desgracia.<br /><br />El viaje a casa fue vergonzoso para mí, y supongo que insoportable para los demás pasajeros.<br /><br />Cuando bajé del colectivo y caminé desgraciado por el barrio supe que cargaba con una vergüenza más. Y con una manía menos.<br /></span>Soneushttp://www.blogger.com/profile/03627575513703178472noreply@blogger.com25tag:blogger.com,1999:blog-8743096124409962397.post-16841703399066867482008-11-01T21:05:00.010-02:002008-11-09T12:33:55.955-02:00Crash<div style="text-align: right;"><span style="font-size:85%;">For you, for me, come crash<br />Dave Matthews</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Esto lo tengo que contar en una canción —pensé— recostado sobre la camilla. Habíamos llegado pocos minutos antes. Una docena de personas esperaban su turno en la guardia. Pero ninguno estaba tan grave como nosotros, al menos eso pensaron cuando entramos al hospital. Lo que les hizo creer que podían seguir esperando eran sus gritos y el estado de mi cara.<br /></div><span class="summarypost"><a href="http://soneus.blogspot.com/2008/11/crash.html">Seguir Leyendo... </a><br /></span><span class="fullpost"><br />Como ocurrió exactamente no lo sabemos, ni Fer, ni yo. Supongo que el Otro podría decir un poco más al respecto, pero esa fue la primera y última vez que lo vimos.<br /><br />Después de limpiarme la cara y quitarme los restos de vidrios me taparon con una sábana que sólo dejaba al descubierto mi ojo izquierdo. —Por favor no te duermas— dijo la doctora. —Voy a hacer lo posible— respondí. —Lo posible no alcanza, no tenés que dormirte— exclamó. Le hice caso.<br />La cara me latía y el ardor era insoportable, pero lo que más me preocupaba era la discusión que mantenían los matasanos:<br /><br />— ¿Quién se anima a cocerlo? Preguntó quien parecía estar a cargo y yo, privado de mi visión, imaginé un cuarentón elegante.<br /><br />Nadie respondió.<br /><br />— Alguien tiene que coserlo — repitió.<br /><br />El nunca más insoportable “silencio de hospital” permaneció en la sala hasta que una residente dijo:<br /><br />— Yo me animo.<br /><br />Tengo que reconocer que hizo un buen trabajo, creo que no fueron más de tres o cuatro puntos que casi no se notan disimulados por la ceja.<br /><br />— La sacaste barata. Un poquito más abajo y podías haber perdido el ojo.<br />— Dejame lindo que trabajo con la cara — respondí.<br />— Quedate tranquilo, que ya no soy virgen pero hago milagros — dijo sonriendo.<br />— Espero no empezar a creer por temor a los espejos.<br />— No seas maricón. No es nada.<br /><br />Tenía razón, ni siquiera hizo falta que volviera dos semanas más tarde para ver si era necesario una cirugía plástica ni mucho menos. Después de coserme me vendaron la cara y dijeron que podía irme. Cuando salí del consultorio Fer estaba sentado en una silla. Tenía un parche en el pómulo izquierdo y una venda en el tobillo del mismo lado. Lo primero que hizo cuando me vio fue soltar una carcajada y decir: — ¡Parecés la momia!<br />Lo ayudé a levantarse y nos reímos juntos cuando trató de caminar. Me parece que a la momia me parezco más yo — dijo con una expresión que mezclaba alegría y dolor —.<br /><br />Al salir del hospital el sol estaba bastante alto, calculé que habrían pasado no menos de dos horas desde que le había preguntado como tenía la cara y Fer, con lágrimas en los ojos, respondió —hecha mierda—<br /><br />El Ford Fiesta estaba sobre el boulevard de la avenida Dardo Rocha. Mirándolo desde atrás estaba impecable, como todo auto que no tiene más de dos meses de viejo. Visto de frente tenía dos detalles, el más importante era un palo de luz que partía el frente en dos mitades casi idénticas. El menos importante, viéndolo desde la óptica de quien pagara el arreglo, una réplica exacta de mi cabeza en el parabrisas.<br /><br />No recuerdo como bajamos del auto, tampoco los minutos que precedieron el impacto, así que pasemos al momento en el que estoy sentado en el cordón con la cabeza colgando entre las piernas para evitar que la sangre, más de la que ya lo hizo, caiga sobre mi cuerpo. Los conductores disminuyen la velocidad de sus automóviles para observar en detalle lo sucedido, pero ninguno detiene su marcha: las mujeres se llevan las manos a la cara y ponen cara de pensar: pobre gente. Los hombres sólo miran.<br /><br />Fernando se agacha delante de mí y pregunta si estoy bien. Respondo que si con la cabeza. </span><span class="fullpost">—</span><span class="fullpost">Yo no tengo nada</span><span class="fullpost">—</span><span class="fullpost"> dice —éste corte en la cara y me duele el tobillo. </span><span class="fullpost">—</span><span class="fullpost">Pero vos tenés la cara hecha mierda. El otro se acerca y dice que viene la policía. Pregunta si tenemos un chicle para ocultar el olor a whisky. Cuando lo estaba por mandar a la conchadesumadre una camioneta se detiene frente a nosotros. </span><span class="fullpost">—</span><span class="fullpost">¿Están todos bien?— pregunta el conductor. Sin esperar una respuesta nos dice que subamos, que nos lleva al hospital. Fer subió atrás y yo me senté a su lado.<br /><br />La camioneta es una 4x4, todo reluce en su interior y huele a nuevo. Yo hago todo lo posible por que mi sangre no caiga en el tapizado, pero no alcanza. —No te hagas problema por eso— dice. Era mayor que nosotros, una o dos generaciones. Era rubio y tenía el pelo por los hombros. Vestía jeans, camisa y zapatos náuticos. Estaba bronceado. Muy bronceado.<br /><br />En el camino, luego de atravesar el boulevard y retomar Dardo Rocha en dirección contraria, nos contó que él también había tenido un accidente años atrás, pero para su desgracia había sido un poco peor que el nuestro y su estadía en el hospital fue de seis meses. Nadie se había detenido, ni interesado por él hasta que llegó la ambulancia.<br /><br />Entró con nosotros al hospital. Todos los consultorios estaban ocupados. Golpeó cada una de las puertas gritando que había una emergencia. Desapareció con la misma velocidad con la que apareció. Más tarde Fer me contó que antes de irse sacó la billetera y quiso dejarle plata para que volviéramos a casa. Fer le dio las gracias y le dijo que no era necesario.<br /><br />Salimos caminado, cosa que era bastante más simple para mí que para Fer — ¿Donde mierda estamos negro? — pregunté. En Wilde —dijo—.<br /><br />En el viaje de ida Fer y yo fuimos sentados atrás, adelante iban el Culo y el otro. El Otro era hijo del jefe del Culo, o algo parecido. Era la primera vez que salían juntos. Durante las horas que estuvimos en el boliche casi no nos cruzamos con ellos. El Culo desapareció enseguida, más tarde supimos que a la hora del accidente estaba batallando con una gordita que, según él, era una maquinita. No volví a ver a el Otro hasta que vino a decirnos que se iba y quería saber sci nosssotrows wonviamnos connnn eeeellllll (Chicos yo me voy, ¿ustedes vuelven conmigo?).<br /><br />No hizo falta que Fer me llamara aparte para decirme que el Otro había estado toda la noche tomando Whisky. Mi respuesta fue tan estúpida como tantas otras cosas que hace un ser humano cuando tiene veintitantos años, tomó de más, y nunca estuvo a punto que quedar desfigurado en un accidente automovilistico: —Si nos tenemos que morir nos vamos a morir igual, vayamos o no con él— La respuesta de Fer, que había tomado un vaso más que yo estuvo al mismo nivel: —tenés razón, volvamos con este porque en bondi no llegamos más—<br /><br />En el viaje de vuelta nos ubicamos como habíamos ido. El Otro puso un disco de Sabina. Cantábamos Y nos dieron las diez cuando el otro dijo: uno de los dos pásese adelante, parezco un remisero. Creo que no hubo 15 cuadras de distancia entre que cambié de asiento y el palo de luz. Me senté de costado para seguir hablando con Fer. Cuando el negro se durmió cambié unas palabras con el Otro y cerré los ojos.<br /><br />Por lo que deducimos el Otro también.<br /><br />Al salir del hospital ya era de día, no hicimos más de 50 metros y nos sentamos en la vereda. —Tenés un pucho preguntó Fer — Respondí que no. —Ni puchos ni plata para comprar— dije mirando el Kiosko. Fer sacó varias monedas del bolsillo, las contó y puteó porque faltaban 20 centavos para uno de diez. En mi bolsillo había 40. Se los dí. Volvió con un pucho en la boca, me dio el atado y volvió a sentarse. —Esto lo tenemos que contar en una canción— dijo. — ¿Cómo vamos a volver? — Pregunté mientras encendía el cigarrillo. —No sé— respondió, pero creo que ya tengo el estribillo.<br /><br /></span>Soneushttp://www.blogger.com/profile/03627575513703178472noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-8743096124409962397.post-69386976480371152422008-10-21T18:47:00.006-02:002008-10-21T20:38:13.943-02:00Nadie a quien escribirSi tuviera a alguien a quien amar no hubiera llegado a esto. De ninguna manera. Si él me amara jamás se me hubiera cruzado por la cabeza suicidarme. Pero ya no me queda nada por hacer. Hoy por hoy sólo hay tristeza en mi vida. Me voy sabiendo que intenté todo lo que estuvo a mi alcance, y aún más.<br /><br />Desde que él se fue nada tuvo sentido para mí. El dolor de no tenerlo a mi lado se tornó insoportable. Él era todo lo que yo tenía, la única razón para vivir.<br /><br />Traté de llamarlo, pero nadie atendió mis llamados. Lo busqué desesperadamente y no hubo manera de encontrarlo. Escribí más de 500 cartas a su nombre que nunca supe donde enviar. Empiezo esta carta, la última, como cada una de ellas:<br /><br />Querido Coronel:<br /><div style="text-align: left;"> Si usted supiera cuanto lo amo las cosas serían distintas. Pero es demasiado tarde.<br /> Hoy terminaré con mi vida. Prefiero la muerte a no tener a quien escribir.<br /></div>Soneushttp://www.blogger.com/profile/03627575513703178472noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8743096124409962397.post-8148240114883728512008-10-16T23:09:00.005-03:002008-10-21T14:27:05.198-02:00La Cenicienta v2.0Sabe que la noche se termina. También sabe que no habrá otra noche. Es consciente de que el tren pasa sólo una vez en la vida y este, aunque no es el último, es su tren. Mira el reloj y sabe que no queda mucho tiempo, pronto serán las 12 y todo se derrumbará. No es la única que pretende al príncipe, por lo tanto, hay que apurarse.<span class="summarypost"><br /><a href="http://soneus.blogspot.com/2008/10/sabe-que-la-noche-se-termina.html">Seguir Leyendo... </a><br /></span><span class="fullpost"><br /><br />Pasa delante del príncipe por enésima vez en la noche. Sabe que es portadora, al menos hasta las 12, de un arma mortal. También sabe como moverla. Y la mueve. El príncipe la mira y sonríe. Cenicienta sabe que es momento de presentar sus credenciales, y que estas, de ninguna manera, serán una lanza que se clavará en un costado.<br /><br />Tengo que ser inteligente –piensa cenicienta– no puedo ir hacía él, pero sé como hacer que venga hacia mí. Hábilmente, y sin mostrar las cartas, le hace saber al príncipe que no tiene nada. Y el heredero, muy mal aconsejado por su cuerpo, se lanza tras ella.<br /><br />Cenicienta mira el reloj y sabe que aún le queda tiempo y hace que su alteza luche un poco más por obtener la presa. Se divierte con él. — Te vi el domingo— dice Cenicienta. —¿Enserio?— pregunta el príncipe. —Claro— responde Cenicienta, —siempre que puedo me hago una escapada para verte. Y si no puedo ir, te miro por la tele— El príncipe se acerca poco a poco a la presa. Lentamente el tiempo comienza a detenerse para Cenicienta.<br /><br />Cenicienta maneja la situación a su antojo y el infante se hunde cada vez más en el fango. Ella mira nuevamente el reloj y siente que ya es la hora. Tímidamente toma la mano del príncipe y susurra algo a su oído. Luego se pierden en la oscuridad. <br /><br />Cenicienta deja ver su alma y el príncipe cae rendido en sus encantos.<br /><br />A ella ya no le importan más ni el tiempo ni el hechizo, porque sabe que después de esta noche el futuro será mucho mejor.<br /></span>Soneushttp://www.blogger.com/profile/03627575513703178472noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-8743096124409962397.post-27282627536520165982008-10-11T15:32:00.025-03:002008-10-15T23:23:39.752-03:00El amor es ciego– Tengo que hablar con vos dijo a través del teléfono. Sonaba raro, era como si algo grave estuviera pasando.<br />– ¿Qué pasa Luis? no me asustes –respondió Bárbara-<br />– Nada que te pueda decir por teléfono. Yo sé que habíamos quedado en no vernos por unos días, pero es importante que hablemos cuanto antes.<span class="summarypost"><br /><a href="http://soneus.blogspot.com/2008/10/el-amor-es-ciego.html">Seguir Leyendo... </a></span><span class="fullpost"><br />– ¿Es algo grave? Preguntó ella.<br />– Eso lo vas a decir vos cuando nos veamos y te lo cuente.<br />– Si es lo que me imagino te juro que te mato, dijo Bárbara.<br />– No te imagines nada, esperá a que te lo diga y después decidí que querés hacer conmigo.<br />– Dejame que hablé con Julieta y veo si puedo suspender la reunión. Si no tiene problemas nos encontramos hoy mismo en el bar de Callao y Santa Fe.<br />– Preferiría que fuera en mi casa<br />– ¿Por qué en tu casa?<br />– Porque en el bar hay mucha gente y sabés que no me gusta discutir en público.<br />– Marcos, si es lo que me estoy imaginando te juro que te la corto.<br />– Basta Bárbara, no te imagines nada, cuando nos veamos te lo voy a contar.<br />Después te llamo -dijo Bárbara- y corto, Luis se quedó con el auricular en la mano. Bárbara hundió la horquilla con el dedo índice de la mano derecha y volvió a marcar mientras con la izquierda mantenía temblorosamente el tubo.<br /><br />Florencia levantó el tubo y escuchó la voz de Bárbara.<br /><br />– Flor, hoy no me puedo juntar. ¿Lo podemos pasar para mañana?<br />– Que pasó –preguntó Florencia-<br />– Todavía no sé, pero creo que es algo grave-dijo Bárbara-<br />– Algo grave, no me asustes Barby.<br />– Todavía no lo sé, pero creo que Luis me engaña.<br />– ¿cómo que te engaña? No puede ser, tiene que haber un error Barby –dijo Florencia-<br />– Ningún error, recién me llamó y me dijo que tiene que hablar conmigo de algo que no me puede decir por teléfono. Es seguro Bárbara, me está cagando.<br />– No puede ser. ¿De ser así por qué te lo contaría?<br />– Porque tiene cola de paja, porque siente culpa, porque es una mierda.<br />– Pará un poco, no te des manija. Esperá a ver que te dice.<br />– Si, ni bien salgo del trabajo voy para la casa. SI no te llamo antes de las 8 es porque lo maté y me fugué.<br />– No seas paranoica, y no hagas pavadas<br />– Ninguna pavada, te juro que lo mato –dijo Bárbara y cortó-<br />Sacó su celular y escribió un mensaje de texto.<br /><br /></span><div style="text-align: center;"><span class="fullpost">Salgo del trabajo</span><br /><span class="fullpost">y voy para alla</span><br /></div><span class="fullpost"><br />un minuto antes de la hora de salida estaba frente la reloj, cuando marcó la hora exacta apoyó la tarjeta y salió. Quería llegar cuanto antes, aunque interiormente no quería llegar nunca. El 92 se hizo esperar y, a diferencia de otras veces, viajó parada.<br /><br />Luis esperaba ansioso, sabía que no sería fácil, pero tenía la esperanza de que Bárbara lo entendiera. Incluso esperaba que ella lo ayudara a salir adelante.<br /><br />Bárbara se paro frente al portero y pulsó el 7º A. ¿quién es? –dijo Luis-. Soy yo –respondió Bárbara–.<br />¿Te olvidaste las llaves? –preguntó Luis-. Si –respondió ella–, aunque las llaves estaban en su cartera, como siempre lo están desde que son pareja.<br /><br />Luis bajó a abrir y no se dijeron otra palabra más allá del hola obligado.<br /><br />Los siete pisos en ascensor fueron eternos.<br /><br />El departamento estaba hecho un desastre, a pesar del esfuerzo que puso Luis en poner un poco de orden. Él estaba bastante desalineado y tenía una barba de más de una semana. Sonaba Hotel de mil estrellas y sobre la mesa había un sándwich de salame a medio comer y una botella de cerveza vacía.<br /><br />Bárbara se dejo caer en el sillón sin dejar de mirar a Luis. Él se sentó en la silla y dio otro mordisco con la mirada perdida.<br /><br />– Soy todo oidos –dijo ella-<br />– No sé como decirtelo –responió él-<br />– Si tuviste huevos para hacer lo que hiciste, tené huevos para decírmelo.<br />– Pasó sin darme cuenta Barby. Cuando tomé conciencia ya era muy tarde para volver atrás, pero si vos estás dispuesta a…<br />– ¿A qué Luis? Decime quien es!<br />– Soy yo Barby<br />– Quién es la hija de puta.<br />– ¿De qué me hablás? –dijo Luis-<br />– No me hagas enojar más y decimelo ya!<br />– Estás confundiendo las cosas. Teestáscomiendocualquiera.<br />– De-ci-me-lo-ya<br />– Barby, yo soy…<br />– ¿Sos qué?<br />– Soy<br />– ¿qué? Luis ¿qué?<br />– Soy<br />– Decilo ya!<br />– Soy gordo Barby, soy Gordo.<br />– ¿cómo que sos gordo?<br />– Si Barby, soy gordo.<br />– Sos un sorete. Eso es lo que sos. ¿Cuanto hace?<br />– No sé, que se yo fue pasando de a poco. Yo esperaba que algún día te dieras cuenta sola. Pero vos nunca te das cuenta de nada.<br />– Sos un sorete Luis –gritó ella-<br />– Perdoname –dijo él entre lágrimas-<br />– No te perdono nada.<br />– Por favor, si vos me ayudás yo puedo…<br />– Vos no tenés cara. Soy una estúpida, como no me dí cuenta antes<br />– Perdoname<br />– Ahora me cierra todo, ahora caigo. Con razón.<br />– Por favor, no me dejes.<br />– Ya es tarde Luis, no te quiero volver a ver en mi vida –dijo sollozando Bárbara-<br /><br />Bárbara salió del departamento dando un portazo. Él pensó en correr tras ella pero supo que sería inútil.<br /><br />Nunca más volvieron a verse.<br /><br />Ambos pasaron varios meses de depresión. Luis adelgazó 50 kilos. Bárbara engordó 20.<br /></span>Soneushttp://www.blogger.com/profile/03627575513703178472noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-8743096124409962397.post-35067195497082272052008-09-25T18:38:00.009-03:002008-10-15T22:59:51.869-03:00Creer o no creer<div style="text-align: justify;">Diego y Marina entran a un restaurante de la calle Corrientes. Eligen una mesa, se sientan e intercambian opiniones sobre Luciana Salazar, con la que acaban de cruzar en la puerta del local. Pedro, uno de los mozos, se acerca a la mesa y les ofrece el menú. Él pide lasagna con salsa bolognesa, ella sorrentinos de langostino con fileto. Pedro anota los platos, una gaseosa cola, un agua sin gas y un vino 3/8, de la casa, en la comanda y camina hacia la cocina.<br /></div><span class="summarypost"><a href="http://soneus.blogspot.com/2008/09/creer-o-no-creer_25.html">Seguir Leyendo... </a><br /></span><span class="fullpost"><br />Diego y Marina siguen conversando mientras esperan su cena. Es temprano, por lo que el restaurante está casi vacío. Hay pocas mesas ocupadas y un pequeño grupo de hombres agolpados frente a un televisor en el que miran Estudiantes 1 – Independiente 0.<br /><br />Desde la barra, Marcos observa todo detalladamente. Pedro sale de la cocina y cambia algunas palabras con Marcos. Una pareja entra al local y es recibida por Silvina. Una vez ubicados, Marcos se acerca a la mesa intercambia unas pocas palabras de cortesía con los clientes, les alcanza dos menús y vuelve a pararse frente a la barra.<br /><br />A cientos de kilómetros Juán Lagarcha, dueño del restaurante, descorcha otro champagne. A poco menos de 20 kilometros María, la mujer de Pedro, desata los cordones de las zapatillas de Lucas y lo acuesta. Mirando las zapatillas, que aún tiene en las manos, piensa que debería conseguirse un trabajo.<br /><br />Volvamos a la mesa 2, en la que Marina le cuenta a Diego que posiblemente un artículo suyo salga publicado en la revista X. A la mesa donde Marina dice que a pesar de no obtener ninguna recompensa económica, que le publiquen ese artículo, es un gran paso para su carrera. Volvamos a la mesa en la cual Pedro deposita un plato de lasagna y otro de sorrentinos de langostino y les desea buen apetito a los comensales, la misma mesa donde Diego le dice a Marina que más allá de ser un gran paso no está de acuerdo con que ella trabaje gratis. Ni vos ni nadie –dice Diego-.<br /><br />A pocos metros de la mesa en la que Diego termina de decir ni vos ni nadie, el grupo de hombres miran a Leonel Nuñez festejar un gol a 55 kilometros de distancia. Se juega el minuto 47 del primer tiempo.<br /><br />Pedro camina nuevamente entre las mesas llevando en sus manos la bandeja con la bebida de la mesa 6. Anota un nuevo pedido en la comanda y vuelve a la cocina. En la mesa 2 Marina le pregunta a Diego cómo está la lasagna. Diego le responde que está bien, que nos es la mejor lasagna que comió, pero que está rica. Sin que Diego pregunte, Marina dice que los sorentinos están ricos, pero que le hubiera gustado que tuvieran más camarones.<br /><br />Pedro pasa delante de la barra y le hace un gesto con la cabeza a Marcos. Marcos le devuelve el gesto mientras hace garabatos sobre un papel. En la Plata comenzó el segundo tiempo y el pequeño grupo de hombres vuelve a prestar atención a lo que ocurre en la pantalla.<br /><br />Marina hurga con el tenedor en su plato y le hace un comentario a Diego. Diego levanta levemente su cuerpo de la silla y mira dentro del plato de su pareja. Vuelve a sentarse, se limpia los labios con la servilleta y mira hacia la barra. Marcos y Pedro están cerrando la mesa 3. Diego levanta la mano y Pedro le dice que si con la cabeza.<br /><br />Pedro se acerca a la mesa y pregunta que necesitan. Encontré esto en el plato, dice Marina, señalando un tornillo con el tenedor. Pedro se pone colorado y pide mil disculpas. Pedro dice que no sabe como pudo haber ocurrido. Les ofrece cambiar el plato, pero Marina dice que no, que está bien, que ya casi terminaba. Les ofrece un postre, que él invita, ellos dicen que no, que gracias pero no. Pedro levanta los platos (Diego ya terminó el suyo). Marina pide la cuenta. Pedro se pierde con los platos detrás de la puerta de la cocina.<br /><br />Desde la barra Marcos observa la mesa de Marina y Diego.<br /><br />Pedro sale de la cocina y va directamente a la mesa 2 donde vuelve a pedir disculpas y a ofrecer un postre, que es nuevamente negado. Te agradezco dice Diego, traenos la cuenta.<br /><br />Pedro vuelve a la barra y le dice a Marcos, que ya se dio cuenta de lo que está ocurriendo, aún sin que Pedro le diga nada, que cierre la 2.<br /><br />- Descontá los sorrentinos.<br />- ¿Te vas a hacer cargo vos? Pregunta Marcos.<br />- Lo descontamos de las propinas –responde Pedro-.<br />- No seas boludo –dice Marcos- ¿no te das cuenta que el tornillo lo pusieron ellos?<br />- Cómo lo van a poner ellos Marcos, se les habrá caído en la cocina. ¿Viste el quilombo que tienen?.<br />- Siempre en mismo boludo vos. Lo pusieron ellos para no pagar.<br />- Dale Marcos descontalo, yo me hago cargo.<br />- Sos un boludo, dice Marcos.<br />- No soy un boludo, yo todavía creo en la gente -responde Pedro-<br /><br />Diego y Marina los miran discutir desde la mesa. No tendríamos que haberle dicho nada, dice Marina, si ya casi había terminado. No seas boluda –responde Diego- como no vas a decir nada. Si te hubieras roto una muela con el tornillo ¿crees que te hubieran pagado el arreglo ellos?<br /><br />Volvamos a la barra donde Marcos le está apostando a Pedro el valor del plato por dos, es decir $ 59.80, a que la pareja son dos estafadores. Dale responde Pedro, ¿cómo nos damos cuenta?<br /><br />Es fácil, pagaron con 100 pesos, descontando el plato tenemos que darles 54 pesos de vuelto, vamos a devolverles lo que les corresponde más 22 pesos. Les das el vuelto diciéndoles que les descontaste el plato. Si nos están cagando se van a levantar y se van a ir sin decir nada. Si vos tenés razón te van a llamar y te van a avisar que el vuelto está mal.<br /><br />Pedro hace exactamente lo que pidió Marcos. Les da el vuelto, vuelve a pedir perdón y se aleja de la mesa. Diego cuenta el vuelto e inmediatamente llama a Pedro.<br /><br />- Disculpame –dice Diego- con los billetes en la mano- me parece que hay un error.<br />- ¿Que pasó señor? -responde Pedro-.<br />- Nos diste mal el vuelto -responde Diego- hay 30 pesos de más.<br />- Muchas gracias –dice Pedro- hasta la próxima<br />- Hasta la próxima responden Diego y Marina, mientras se levantan de la mesa.<br /><br />Pedro levanta los 10 pesos de propina, los junta con los 30 del vuelto, se los muestra a Marcos y sonriendo la guarda en el bolsillo. Ya está un poco más cerca.<br /></span>Soneushttp://www.blogger.com/profile/03627575513703178472noreply@blogger.com9