El de ayer fue muy loco. Estaba en la residencia de Olivos, acreditado como periodista, en la conferencia de prensa de Cristina. Sentado en primera fila, entre un francés y un uruguayo, a punto de cumplir el sueño de mis últimos cinco años.
Seguir Leyendo... A diferencia de lo que pasó en la realidad, parado a pocos metros de Cristina estaba el ex presidente. Néstor tenía un auricular en la oreja izquierda que se acomodaba constantemente. En la solapa del traje tenía un microfonito por el que hablaba silenciosamente a cada rato, mientras nos miraba desafiante.
Mientras la periodista de la cadena Deutche Welle preguntaba, Miguel Nuñez, el vocero, anunciaba que el próximo turno era el mío. Me paré y caminé hasta donde estaba ubicado el micrófono. Tenía un cagazo padre porque no sabía que preguntar. Cuando estaba atrás de la alemana me vienen unas ganas terribles de estornudar. No sabía que hacer, me agarró la desesperación.
Me acorde que a Shaggy y Scooby Doo cada vez que les pasaba lo mismo lo solucionaban tapándose la nariz, cosa que hice inmediatamente. Aguante cuanto pude pero fue al pedo. El estornudo llegó y fue tanta la fuerza que tuve que hacer para no me escucharan que se me saltaron los ojos.
Sólo una persona se dio cuenta. Néstor. Mi ojo izquierdo había caído a centímetros de sus pies. En contrapicado lo vi mirar fijamente mi ojo izquierdo e inmediatamente después mirar hacía donde estaba Cristina. Pero no la miraba a ella, sino a mi ojo derecho que había caído entre los pies de la presidenta.
Desde mi cuerpo giré mi ojo izquierdo y vi mirando fijamente mi ojo derecho. Con mi ojo derecho lo vi mirar fijo mi ojo izquierdo.
Levanté mi ojo izquierdo y lo miré otra vez. Él miraba mi cuerpo con actitud desafiante. En ese momento me di cuenta que estaba ante una oportunidad única. Es la única vez que voy a poder mirar entre sus piernas, pensé, es ahora o nunca.
Imaginé un primer plano de mi ojo en la tapa de todos los diarios del mundo. Mi ojo derecho mirando entre las piernas de la presidenta. Pero eso no me importaba, me importaba esa imagen, la que quedaría grabada en mi retina y en ningún otro lado.
Néstor rápidamente bajó la mirada. Primero miró mi ojo izquierdo que estaba a sus pies. Después a mi ojo derecho que lentamente iba rotando hacía arriba. Volvió su vista hacia mi ojo izquierdo y se pasó el dedo índice transversalmente por el cuello. Levantó levemente su zapato, sin quitar el talón del suelo, y lo colocó sobre mi ojo oscureciendo la visión.
Paré en seco la rotación de mi ojo derecho justo antes de que mi (media) mirada entrara dentro de la pollera. Ahora sólo veía el techo. Giré el ojo y lo miré a Néstor. El repitió el gesto con el dedo índice y me indicó con la mirada que mi ojo izquierdo estaba a punto de ser aplastado por su pie.
Respiré hondo giré la vista y me la jugué, cuando estaba a punto ver me desperté agarrándome el huevo izquierdo. Me dolía como si me lo hubieran pisado.
jjaajaj, genial, pobrecitos tus ojitos
ResponderEliminarSólo mis ojitos? no es lo que más me dolió!
ResponderEliminarJa Ja me encanta la manera que le das al desarrollo del tema y como jugas con las miradas del ex con la tuya. Muy actual.
ResponderEliminarRaúl
Gracias Raúl. Apuesto a que no llegaste a leer el texto de abajo!
ResponderEliminarMuy bueno!!! Escribís genial.
ResponderEliminar¿te gusta Cristina? Digo, por el dolor de huevos!
Jajajajaja
Buenísimo!
Chau!
¡Qué pendejo!
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