miércoles, 30 de mayo de 2012


Soneus:

Lo primero que pensé cuando encontré tu carta fue que eras un pelotudo. ¿Qué mierda es eso de dirigirla a quien corresponda y para colmo no firmarla?

No me iba a hacer cargo, de hecho estuve todo el día de acá para allá con cuestiones mucho menos importantes, pero que por suerte no me dejaron tiempo para pensar en eso. Era la primera vez que me pasa, pensé que ya lo había superado pero no. Cuando me acosté sentía que las palabras se amontonaban en mi pecho, casi que no podía soportar la presión.

¿Tenías necesidad de hacerme esto?

Creo que estás siendo extremadamente egoísta, pero no me extraña, no esperaba otra cosa de vos.
Saludos

Marina

martes, 29 de mayo de 2012


A quien corresponda:



Hace algunos días vengo bastante enroscado. Si la consigna es simple es, básicamente, porque la pagan otros; en todo caso lo pagamos entre todos. ¿Quién puede juzgarme?
Entonces agarro un manojo de 29 letras y las tiro sobre el papel, después el milagro de los panes y los peces y aparecen las palabras que como cuchillos me van desgarrando.
Hace tiempo que todo esto se volvió una especie de tortura. El encierro, sobre todas las cosas, el encierro combinado con esas irreprimibles ganas de salir y el hermetismo.
No voy a volver a repetirme, porque básicamente no quiero mentirme otra vez, pero quien te dice que todo sea distinto de ahora en más.
Saludos

martes, 24 de noviembre de 2009

Mito Lógica

Dos prostitutas griegas de tanto en tanto se dan una vuelta por la tierra. Bajan más que nada a ver recitales de rock. Como vinieron un par de veces y se coparon con el tema de las banderas y las bengalas, al menos una vez por mes se escapan y ven alguna banda argentina.

Una de esas noches, mientras miraban el show, se dio el siguiente dialogo:

— Che, suenan como el ojete.
— ¿Te parece?.
— Si, o sos sorda.
— Yo creo que suenan mal porque son jóvenes, ya van a mejorar.
— Dejate de joder. Jóvenes.... por dios, Eros, estos no van a sonar decente ni que tomen clases de por vida con Euterpe.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Modern times

Pedro y Héctor descargan los ladrillos del camión y los apilan junto a la ventana. José toma los ladrillos, los moja y los coloca prolijamente unos sobre otros pegándolos con cemento. El resultado es una pared firme y resistente.

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Hernán toma las latas de tomate y las apila construyendo una gran torre que asombra al 70% de las amas de casa de Boedo y es la envidia de todos los repositores del hipermercado.

Ricardo y Sebastián arman tomacorrientes de aluminio y los colocan unos sobre otros hasta llegar a 20. Luego las suben a un pequeño carro de madera y las apilan en la estantería.

Joaquín juega inquietamente con sus fichas, las apila por valor formando pequeños piloncitos de diez unidades. Cuando lo cree conveniente arrima uno de los piloncitos al centro de la mesa. Muchas veces la suerte lo acompaña y ese piloncito vuelve a sus manos duplicado o triplicado. Está completamente convencido de que así construirá una fortuna.

Diego corre detrás de la pelota, en su camino apila seis ingleses. El resultado es el gol más lindo de la historia del fútbol.

Eduardo, Oscar y Marcelo apilan palabras. Las colocan en fila, intercalando entre ellas espacios o símbolos según la pertinencia. Dicha práctica, bien realizada, podría ser una hermosa construcción. Sin embargo el resultado de su trabajo son horribles bloques de letras cuyo objeto, desde ningún punto de vista, es construir.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Un papel

En el número 25 de la revista Oblogo, que salió a la calle hoy van a encontrar, aquellos que tengan la suerte de conseguirla, en papel un cuentito de mi autoría. Es uno de los primeros que publiqué en el blog y uno de los que más me gusta. Más allá del texto mío, les recomiendo la revista en general.
Pasen y vean la edición on-line.

Si llegás a este blog porque leíste mi texto en la Oblogo, te recomiendo que empieces a leer desde acá.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Buenos Aires en Tango (II)

Vayamos por las escaleras que están totalmente inventadas.


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(parte I)

Antes de subir, otro pequeño detalle. En este subsuelo, donde alguna vez funcionó el Parakultural, también se dan clases de Tango.

Subo.

Pienso que posiblemente haya algo interesante para ver en el vestuario de mujeres. Lamentablemente está prohibida la entrada a varones mayores de cuatro años.

No hay excepciones.
Ni con carnet de periodista

- Me dijeron que acá abajo tocaron los redondos, nunca supe si es verdad dice el encargado de la seguridad del lugar-
- Así me dijeron –respondo-
- ¿Un poco más chico que River, no? -Dice sonriendo-
- Si, un poco.

Doblo en Balcarce, a muy pocos metros del viejo edificio en el cual Capusotto intentó sin suerte años atrás dar sus primeros pasos, nos encontramos con Michelangelo, un espacio muy moderno, que se autoproclama “La catedral del Tango”, cruzando la calle la Trastienda bar.

Dos tipos en un bar, se toman las manos.
Prenden un grabador y bailan un tango,
de verdad.


Capusotto y Alberti llevan años de sociedad, actualmente se encuentran presentando “Que noche Bariloche” en una gira que los llevó por todo el país y en noviembre los tendrá de nuevo en Capital Federal con tres presentaciones en La Trastienda bar, que posiblemente sean las últimas de un ciclo bastante más extenso que su anterior espectáculo “Una noche en Carlos Paz” que fue visto por 39.225 espectadores.

Capusotto, Alberti, Dreizik y Casero comenzaron a trabajar juntos en el Parakultural de Chacabuco, alcanzaron el reconocimiento del público de la mano de Cha Cha Cha, luego vinieron “De la cabeza” y “Delicatesen” (Sin Casero, que acusó a la productora Cuatro Cabezas de robar el formato del programa).

Desde el 5 de Mayo Alfredo Casero se encuentra presentando “The Casero Experimendo” (Pei per biu) en el Teatro ND Ateneo, hacía allí estoy caminando.
Sentado en la plaza de Mayo intento imaginarme la obra, de la cual no he leído nada. Casero es uno de esos actores por los cuales uno siempre desea ser sorprendido.

Una fuente me entretiene. Miro el agua, de fondo la Casa Rosada asoma sobre el enrejado que recuerda los fatídicos días de aquel Diciembre de 2001. Para variar la plaza está llena de turistas que inmortalizan su visita al país en 7 mega píxeles. Cuando creo estar dentro de los márgenes de sus recuerdos saco la lengua. Si se quieren llevar un recuerdo de Buenos Aires, que no sea sólo tango.
Acá también nos reímos.

La sala fue inaugurada en 1936 como sala cinematográfica, en 1945 comenzaron a realizarse las primeras obras teatrales. A comienzos del nuevo milenio fue cerrado.

Dos años después, totalmente remodelado, reabrió sus puertas al público.
El ND Ateneo es un teatro bastante pequeño (700 localidades), lo que genera cierta complicidad entre el actor y los espectadores que impacientes esperan el comienzo.

- Yo a Casero lo sigo desde siempre, mi hermano era fanático mal
- Yo también, pero me gusta más Capusotto, el fin de semana fui a ver a Soda y pasaron unos videitos re copados, no sabés como nos reímos

El comienzo de la obra será atípico, Batman y Robin ingresaran a la sala, ocuparan sus butacas y construirán un dialogo que arrancará las primeras carcajadas del publico.

Minutos después se abrirá el telón. Alfredo Casero estará ubicado sobre el costado izquierdo del escenario, tres guitarristas ocuparan el centro y la parte izquierda.
Los aplausos inundaran la sala, comenzaran a sonar los primeros acordes de una canción, que para mi sorpresa será una milonga y paradójicamente se llamará “Tortazo”.
Alfredo comenzara a cantar:
Te conquistaron con plata
Y al trote viniste al centro
Algo tenías adentro
Que te hizo meter la pata
Al diablo fue la alpargata
Y echaste todo a rodar
El afán de figurar
Fue tu hobbie preferido
Y ahora que tenés marido
Las cosas que hay que aguantar


Evidentemente no podré escapar al tango, al menos por esta noche.

Tango que me hiciste mal, sin embrago te quiero

Buenos Aires en Tango (I)

Buenos aires está lleno de hoteles, los hoteles están llenos de turistas, por carácter transitivo podemos decir que Buenos Aires está lleno de turistas.

Para los turistas Buenos Aires significa tango.

El tango es tristeza

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Hace muchos años un filósofo de bar esbozo una teoría que justifica la afirmación.

Buenos Aires es una cuidad triste –dijo- eso se ve en el tango – afirmó acodado en la barra- el tango es triste porque la ciudad se pobló de inmigrantes que añoraban volver a su tierra. Personas que llegaron a hacer la América y se encontraron con una gran mentira. Toda su tristeza se volcó a la música, así surgió el tango.

Todo lo contrario ocurrió en Brasil –continuó- que también fue poblada por inmigrantes, sólo que estos eran africanos que llegaron como esclavos. La diferencia es que ellos al encontrar la libertad no tuvieron motivos para estar tristes, estaban felices en su nueva tierra, que por cierto les ofrecía mucho más que su lugar de nacimiento. Su felicidad se trasladó a la música. Así nació el samba.

Samba significa alegría, tango significa tristeza.

Me pregunto si es posible ir en busca del humor en una ciudad triste como Buenos Aires.

La ciudad fue fundada por Pedro de Mendoza en 1936 a pocos metros de donde me encuentro sentado, supongo que Pedro la fundó sonriendo.

¿Me pregunto de qué se reirían en ese momento? ¿Me pregunto de qué nos reímos hoy?

Para buscar el humor primero hay que saber que es lo que buscamos.

- ¿Qué es el humor?
- El humor es ante todo una mirada acerca de las cosas -dice Damián Dreizik- es mirar las cosas desde el lugar donde no se ven cotidianamente. Esa mirada torcida genera sorpresa, genera humor.

Si el humor es una mirada, no me va a quedar otra que salir en su búsqueda.

Si hay humor en Buenos Aires lo tengo que ver.

Subo por Defensa, atrás queda el Parque Lezama, ya caminé varias cuadras y nada de humor por ahora. Mucho Tango. Antigüedades. Empedrados. Una plaza. Más antigüedades. Mucha gente para mi gusto.

Un turista que supongo sueco, vistiendo la celeste y blanca, camina de la mano de una muchacha tan argentina como yo, ambos parecen felices.
El seguramente pensará en la carne argentina. Ella pensará en euros.
Yo pienso en el Parakultural. Hasta ahora mucho tango, poco humor.

Doblo en Carlos Calvo.
Nene.... vos fuma
Enciendo un cigarrillo sin detener la marcha.

El Parakultural tuvo dos cedes, estoy en Chacabuco 1060, donde funcionó entre 1991 y 1995 el Parakultural New Border. Aquí se conocieron e hicieron sus primeras actuaciones personajes como Alfredo Casero, Damián Dreizik, Diego Capusotto y Fabio Alberti. No es casualidad que los nombres que cito son los nombres de los personajes que encabezan las obras humorísticas más reconocidas de los últimos tiempos.
Es un barrio de edificios antiguos, el “galpón” donde funcionó el Parakultural no es la excepción.

Una puerta de hierro de dos hojas (Bastante más moderna que la construcción), dos ventanas medianas a su izquierda y una a la derecha.

Aquí comenzó la carrera de los humoristas más creativos de la última década, sin embargo nada queda del humor de aquellos años en este edificio, paradójicamente un cartel en su fachada indica “Orgullo Argentino” – “Clases de Tango”.

El local está cerrado, igualmente no me importa, nada de lo que busco puede estar ahí dentro. Intentaré ir un poco más atrás en el tiempo.
El primer parakultural tuvo su sede en Venezuela 330. Son pocas cuadras, se puede ir caminando.

A metros de lo que fue el Parakultural New Border hay un micro estacionado, en su interior decenas de colegialas que parecen venir de una excursión.

Las chicas me saludan (las saludo). Se ríen (me río). Me dicen cosas (me río). Me invitan a subir (me río). Sigo caminando (se ríen). Sigo caminando (me río).

— ¿Cuánto me pueden dar? -me pregunto- ¿Cinco, diez, veinte años?

Valdría la pena.

- Una nena de 15 decían los albañiles.
- Yo les alcanzaba los baldes de cemento y pensaba que estaban enfermos.
- Una nena de 15......

Dos pendejas de 15 pienso, pero no se lo digo a nadie y sigo caminando por Chacabuco.

No me resigno a pensar que Buenos Aires es tango, sin embargo la ciudad parece decir lo contrario. “Hostel Tango”, más adelante “Telmotango Hostel”, poco después un mural de Tita Merello.
Sur… paredón y después…
Sur… una luz de almacén…


Bajo por Venezuela. 18:40, en cinco minutos, 18:45. Pienso en un monólogo de Damián Drerizik.

Hora macanuda las siete menos cuarto. Seis y media y vos sabés que en quince minutos, las siete menos cuarto. Siempre puntual, ni un minutos más, ni un minuto menos.
Hora macanuda las siete menos cuarto.

El Parakultural surgió en 1986. Cuenta la historia que Omar Viola y Horacio Gabin buscaban un lugar donde ensayar. Luego de varios intentos frustrados dan con un local ubicado en un subsuelo en la calle Venezuela al 300 donde antiguamente funcionaba el teatro la colorada.

El local estaba inundado declaró cierta vez Omar Viola “tuvimos que desagotarlo, había medio metro de agua”

En 1990 el sindicato de porteros adquirió el edificio y se negó a renovar el contrato de alquiler.

Centro Cultural y Deportivo de SUTERH reza el cartel sobre la puerta por la cual se ingresa al amplio pasillo central de Venezuela 330.
Es un edificio antiguo. Subsuelo, planta baja, primer y segundo piso. Un pasillo, a la izquierda un amplio salón “Evita: Eterna en el alma del pueblo” Un mural y un busto inmortalizan a la abanderada de los pobres.
Al fondo un patio central que me recuerda a un lugar de Centroamérica en el que nunca estuve. Poco mas atrás una pileta.

Lo que interesa es el subsuelo

Una escalera de mármol serpentea a un viejo ascensor.
Primer subsuelo: Vestuarios.
Segundo subsuelo: un salón, mujeres haciendo gimnasia.

Otra pileta. Nada del humor que busco.

“Había medio metro de agua”... ahora una pileta

Parece un chiste.

Ocho más chicas - dice la profesora.

Miro tratando de no ser visto. Me ven a través del espejo, no dicen nada.
Sus miradas lo dicen todo. Me voy, si bien era algo bastante gracioso no es lo que estoy buscando.

En un principio el Parakultural era un lugar donde ensayaban. Luego comenzaron a invitar gente a los ensayos y poco a poco comenzó a llegar más y más gente. Artistas, músicos.

- ¿Subís? – Pregunta una mujer desde el ascensor
- No gracias

Vayamos por las escaleras que están totalmente inventadas.

(Parte II)

lunes, 2 de noviembre de 2009

Un oldie, uno viejo... de una mente que no sé si existe más..

Buscando algunos papeles encontré la carpeta donde guardaba los textos del taller de escritura de la facu, me pareció que algunos merecían un poco más que la eterna siesta en el placard, acá va uno de esos.

El arGENtino

Pasó en el 70, pero pudo haber pasado en cualquier otra línea. Pasó en Barracas pero bien pudo ser otro barrio.

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Subí al colectivo como cada tarde. Todos que el transporte público colapsa en las horas pico y esta no era la excepción. Pagué mi boleto y como pude fui corriéndome hacia la parte de atrás del vehículo. Una vez ubicado comencé a buscar historias en la cara de la gente, una costumbre que robé a un viejo escritor llamado Roberto Arlt.

Ella estaba sentada en el peor asiento que puede ofrecer un colectivo, justo sobre la rueda.

Mucho más que su belleza me llamó la atención la expresión en su rostro. Parecía estar al borde del llanto y créanme que una expresión de ese tipo es oro en polvo para alguien que trata de hacer más ameno su viaje tratando de inventar historias a sus compañeros de viaje.

Sus ojos brillaban, las lágrimas estaban a punto de brotar de sus ojos y mil historias se arremolinaban en mi cabeza cuando la vi mirar hacia su derecha por primera vez y su rostro dibujó una expresión de repulsión.

Intrigado traté de buscar un ángulo desde el cual observar con claridad lo que hasta ese punto supuse que era un bolso a su lado.

Para mi sorpresa el bulto no era un bolso sino un chico.

¿Qué tiene esto de malo se preguntara usted?

Nada, pero vale la pena aclarar que este no era un niño cualquiera, sino un “chico de la calle” con las características de cualquier chico que viste con harapos y no ha tenido la suerte de bañarse en meses.

Mis historias acerca de la muchacha se desvanecieron en el aire y esa cierta tristeza que me había provocado el novio que la había engañado con su mejor amiga se convirtió en una sonrisa.

Me pareció graciosa la situación. La muchachita sentada en su asiento, el niño sentado a su lado con la cabeza entre las piernas pensando quién sabe qué, ella al borde del llanto mirando de reojo con deprecio al niño que estaba tan ajeno de la situación como lo está del sistema. Las lágrimas vencen la resistencia y comienzan a caer mientras paso a su lado tratando de esquivar al chico que permanece inmóvil ante todo aquel que vaya en busca de la puerta porque se aproxima su parada.
Bajé del 70 y encendí un cigarrillo mientras pensaba qué motivo le impedía a la muchacha levantarse de su asiento si tanto le molestaba la presencia del joven mientras subía al 22.

Para variar mi viaje seguía siendo complicado ya que el número de mis nuevos compañeros de aventura superaba ampliamente a los viajeros del 70.

La siguiente parada subió un hombre muy mayor que utilizaba un bastón para poder movilizarse. Como suele ocurrir en esos casos todos los ocupantes de los primeros asientos sufrieron distintos síntomas que les impedían ceder su asiento a quien debía ya ocupar uno.

Dos de ellos cayeron en un profundo sueño, otra recordó que le faltaban sólo dos páginas de la novela que guardaba en su cartera y la más graciosa de todas accedió a que su hijo se sentara sobre sus rodillas aún corriendo el riesgo de perder sus miembros inferiores por el peso del pequeño “gigante”.

Mientras el colectivo transitaba los últimos metros de “Capital Federal” antes de cruzar el puente que nos depositaría en “Provincia” indignado pregunté en voz alta

—¿alguien puede darle un asiento al señor?.

Nadie respondió siquiera con la mirada.

Una mujer a mi lado gritó aún mas fuerte, temiendo que una especie de sordera colectiva afectase a los ocupantes de los primeros asientos, pero la respuesta fue la misma.

—¡¡¡Un asiento para el señor por favor!!! — dijo el chofer.

Recién ahí, la mujer que cargaba al pequeño gigante, indignada, le cedió el asiento al anciano.

Mientras el colectivo atravesaba el infecto cordón de agua que marca el límite entre Barracas y Avellaneda pienso. ¿En verdad alguien puede creer que tenemos en nuestra sangre los genes de Evita y el Che?

miércoles, 28 de octubre de 2009

El original

Sus padres discutieron durante nueve meses su nombre, muchas veces fueron simples intercambios de opiniones, otras implicaron días sin dirigirse la palabra. Finalmente y ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo decidieron, como casi en todos los casos, que de ser varón el padre elegiría el primer nombre y la madre el segundo y en caso de ser mujer lo harían en orden inverso.

No quisieron conocer el sexo de la criatura, por lo que el día del parto las expectativas eran máximas. La anatomía del niño determinó que lo llamarían Juan Ernesto.

Un problema en el talón condenó al joven Juan a que nadie, salvo sus padres, lo llamara jamás por su nombre. La genialidad de uno de sus amigos los salvó del trillado apodo de rengo para que todos lo conocieran por patita quilombera.

jueves, 22 de octubre de 2009

Espejos

Cuando llegué a los 30 creí que estaba en condiciones de reconocer a un pelotudo. Que sólo unas palabras, un gesto o simplemente su apariencia me darían los indicios suficientes para catalogarlos.

Creo que no me equivoqué, que puedo distinguirlos y casi nunca fallo. Ese es el mayor problema. Últimamente la vida me está poniendo muchos especimenes de ese tipo en el camino y la mayoría de las veces de sus decisiones depende mi futuro.

Estoy empezando a pensar que probablemente sea uno de ellos. Por las dudas ando esquivando los espejos.