sábado, 15 de agosto de 2009

Los placeres de la pobreza

Y los placeres de la pobreza han vencido
a mi burlada revolución

Ese fue un mal año, estoy tentado de decir que fue el peor, pero mentiría. Puede que lo haya sido, puede que no. La cuestión es que la cosa estaba difícil, al parecer mucho más de lo que yo podía percibir. Se sabe que durante la infancia uno anda muy preocupado con cuestiones que a esta altura de la vida no logramos comprender.

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No recuerdo los días previos al evento, pero el día del cumpleaños de Carlitos estábamos en quiebra. Mi vieja me había dicho que no podía ir porque no teníamos plata para comprarle un regalo. Yo estaba bastante triste, y no porque me importara Carlitos. Todos mis amigos iban a estar ahí y el anfitrión se había encargado de que todo el barrio supiera que la fiesta sería a todo trapo.

— Va a haber magos y payasos — decía, —La piñata es enorme!!!

Mi angustia fue creciendo durante el día. A minutos de la hora de comienzo del cumpleaños comencé a llorar. Mi vieja no preguntó el motivo, porque ya lo sabía. Me miró, se secó las lágrimas de la cara y dijo:

—Vestite que te llevo al cumple.
—Sin regalo no voy a ir— respondí.
—Vestite— repitió.

Fue al único armario que había en la casa y sacó una colonia Pibe´s. Mi colonia Pibe´s.

—Casi no la usaste— dijo mientras la envolvía en papel de regalo.
—Ni la voy a usar— pensé mientras me ponía mis mejores pilchas.

Carlitos no abrió el regalo cuando llegué, lo puso junto a los demás. Supongo que ni le interesó saber que había dentro del diminuto paquete. Eso en cierto sentido me alivió.

—No se van a dar cuenta pensé.

El cumpleaños estuvo buenísimo. El show del mago fue realmente increíble y nos divertimos mucho con los payasos.

Pocos días después, y delante de la mayoría de los chicos Carlitos comenzó a listar todos los regalos recibidos, el último en nombrar fue el mio: —Y este me regaló una colonia Pibe´s que encima estaba usada— dijo. Y todos comenzaron a reírse. Si hubo momentos en los que quise que me tragara la tierra ese fue el primero.

Con el paso de los años nos fuimos separando, él iba al turno mañana y yo por la tarde. Además yo había conseguido nuevos amigos.

Quiso el destino que los corticoides que tuve que tomar por más de un año a causa de mi principio de asma y su adicción al Capitán del espacio nos volvieran esféricos. Dos esferas casi idénticas que a más de 50 metros nos hacían parecer la misma persona.

Años antes no me hubiera molestado la similitud, pero a esa altura de la vida Carlitos se había vuelto una persona bastante despreciable. Una tarde, luego de que me gritaran un gordo puto que iba dirigido a él y no a mí juré que haría lo posible por dejar de parecerme al él. Doce meses después pesaba 15 kilos menos.

Al poco tiempo mientras comíamos un asado con los chicos del barrio, en el que Carlitos estaba presente, la charla derivó en qué cosa que habías hecho de chico te ponía más orgulloso. Cuando llegó mi turno dije feliz:

— Haberle regalado un perfume usado a este cerdo.

Todos reímos, excepto Carlitos que juró que eso nunca había pasado.

5 comentarios:

  1. Volviste! que placer volver a leerte.

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  2. Breathe, breathe in the air....
    Inhalo en cuatro, exhalo en ocho y que explote la piñata!!
    Adhiero al comentario anterior, linda sorpresa el regreso.

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  3. Ana: gracias por estar siempre del otro lado
    Anónimo: 2:48 minutos de gloria, valió la pena la vuelta, comentarios así dan ganas de seguir escribiendo.

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  4. welcome back my friend

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