miércoles, 6 de agosto de 2008

La noche que Paenza fue un héroe

Estoy en la cancha. Juego de central, marcamos con 3 en el fondo. Mi equipo, el RC de Daloa, se está por ir a la B. Tenemos que ganar si o si. El empate favorece al Sporting Gagnoa, equipo con el cual peleamos el penúltimo puesto. Siempre quise jugar en primera, nunca pensé que lo haría en Costa de Marfil.
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Si perdemos nos matan me dice el 5, al borde del llanto, en un corner en contra. Todo el equipo está defendiendo. Todos menos un viejito, el 9, la estrella del equipo, que esta parado, pensativo, en la mitad de la cancha esperando que el destino nos regale una contra.
¿Cómo carajo llegué acá? -me pregunto- mientras me tiro a los pies del centrodelantero rival. Con la puntita del dedo gordo desvío la pelota y evito la catástrofe. En ese momento me doy cuenta de dos cosas. La primera es que estoy jugando en Patas, la segunda es que el 9 del equipo contrario es Drogba que para colmo de males, tiene el cuerpo de Shaquille O´neal.

Huevos carajo!!!! grita enfurecido el arquero. Si perdemos nos matan, repite el marcador de punta derecho para que me quede bien claro, mientras tanto yo trato de evitar que el animal de Drogba cabecee en el corner. Por suerte el centro se va largo y el esférico se pierde por la línea de fondo.

El arquero manda de un zurdazo la pelota al campo rival. Yo corro como loco, no sé por qué corro de esa manera, pero corro y la cancha parece ser eterna. El 5 pone un pase en profundidad y el 9 pica solo entre los centrales. ¡¡Pegale!! grito desde el circulo central. Pero no le pega. Con un movimiento de cintura elude al arquero, define despacito y sale corriendo a festejar un gol que nunca fue. De la nada, esto es literal, aparece un defensor y la saca al corner.

Voy al área rival a esperar el centro y, sobre todo, a putear al viejito, a nuestro 9. Cuando lo voy a mandar a la concha de su madre me doy cuenta de que es Adrián Paenza.

- ¡Paenza!! ¿qué carajo hacés acá? – pregunto.
- Acá estoy, dice despreocupadamente. Tenemos que ganar porque si llegamos a perder nos matan.
- ¿Qué carajo hago yo acá Paenza?
- Estás porque te pedí yo, estás porque yo quiero que estés. Acá soy la estrella, dice señalando la tribuna, de las cuales colgaban banderas con su nombre y hay un enorme muñeco con su cara.
- Sos un hijo de puta. ¿Cómo me vas a traer acá? Vamos a perder y nos van a matar.
- No te hagas problema, matemáticamente tenemos chance. Estuve haciendo cálculos y tenemos chances. 51% a que nos salvamos contra 49% que perdamos y nos rompan el orto. Si ganamos te dejo elegír a la negrita que quieras. Es más, si te va, te llevás 3 o 4 y te hacés una fiestita.
- ¡¡¡Sos un sorete!!!!!, le grito.
- Va, va, va maricón. Callate y juga que este es mi sueño y no el tuyo.

De reojo veo que el tercer árbitro levanta el cartel, quedan 3 minutos y termina el partido.

Veo la pelota venir en el aire. Es un centro perfecto, al primer palo, es mía, tiene que ser mía. Lo meto y nos salvamos –pienso- salto y.... pifio el cabezazo. Paenza se apoya en un defensor para saltar y al estilo Oliver Atom la clava de chilena en un ángulo. El arbitro pita y todos abrazan. Lo levantan en andas.

Les pido a mis compañeros que me llevanten a mi también. Paenza se pone como loco y empieza a gritar que me bajen.

- ¿Qué hacés? ¿estás loco? dice haciendo girar sobre su eje el índice contra su sien.
- Dale Adriancito, no te ortibes dejame festejar a mi también.
- No, no, nada de festejos, este es MI sueño. Acá el único héroe soy yo.

Desperté transpirado. Definitivamente tengo que aflojar un poco con el Winning Eleven.

2 comentarios:

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