viernes, 12 de diciembre de 2008

Algo habrán hecho

Muchos años atrás, cuando todavía me afeitaba por gusto, yo era frontal. Decía lo que me parecía sin medir las consecuencias. No me importaba con quien estuviera hablando; ni donde, ni cuando. En algún punto entre aquella época y hoy algo pasó. Las muchas veces que me pregunto que fue ese “algo” no encuentro una respuesta, aunque recuerdo cosas bastante insólitas. Esta, sin duda, es una de ellas.

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Como ya conté otras veces hice el colegio secundario en tres establecimientos distintos. Esto ocurrió pocos meses de haber ingresado al tercero. Si no me falla la memoria, y ninguna fecha patria se me escapa, tiene que haber sido en mayo. Todavía seguía siendo “el nuevo” y si hay un rasgo que me caracteriza es caerle muy mal a la gente a primera vista.

En esa época todavía trabajaba en la obra. Me levantaba a las 5 de la mañana y me rompía las manos y la espalda hasta las 16. Llegaba a casa a las 16:30, me bañaba y salía corriendo al colegio. Podrán imaginarse que no tenía muchas ganas de conocer gente. Así que el trato con mis compañeros era casi nulo.

La noche que me ocurrió lo que voy a contar todavía no tenía amigos del colegio. Días atrás la profesora de Literatura nos había pedido que escribiéramos un discurso. El mejor de los escritos sería leído durante el acto del 25 de mayo. De los treinta y tantos que éramos en el curso eligió el mío, no porque fuera bueno —supongo— sino porque a ninguno de los demás les importaba demasiado escribir.

Lo cierto es que la semana siguiente el Grego se asomó a la puerta del aula, saludó al Profesor que estaba dictando clase y dijo: —Señor Soneus, podría venir un minuto por favor. Todos me miraron. Miré al Profesor esperando su aprobación y cuando asintió con la cabeza me levanté y salí del aula.

El Grego era (y espero que lo siga siendo) más parecido a un ropero que a una persona. Daba Teoría de los Circuitos II, Laboratorio II, y otras dos materias que no recuerdo. Al igual que yo le caía terriblemente mal a la gente. Una vez que lo conocías era un pan de dios, pero hasta ese momento no nos conocíamos.

Cuando salí del aula dijo seriamente:

— ¿Podemos hablar un minuto?.
— Sí, claro —respondí— ¿Qué necesita?
— Acompañeme por favor —dijo— y me condujo a través de un pasillo hasta la sala de profesores.

Me quedé parado en la puerta. No estaba muy seguro de querer entrar. El Grego ya se había sentado.

— Pase por favor —dijo—.
— Si no le molesta prefiero quedarme acá —respondí—

Se levanto de la silla, camino hacía mí, puso una mano en mi espalda, me metió dentro de la sala y me invitó con un gesto a sentarme. Después cerró la puerta y se sentó enfrente.

— ¿Sabe por que está acá? —dijo mirándome fijo—.
— No tengo idea —respondí— pero a juzgar por la situación supongo que por nada bueno.
— Tampoco es porque haya hecho algo malo —dijo— hizo algo que no le conviene.
— Discúlpeme, pero no sé de que me está hablando.
— Le estoy hablando del discurso —respondió—

Yo no recordaba siquiera que había una materia que se llamaba Literatura. Mi cabeza iba a mil. Aunque estaba seguro de no haber hecho nada malo, al menos, dentro del colegio.

— Disculpe, no sé de que está hablando —dije—.
— Estoy hablando del discurso que escribió para el acto. ¿Fue usted el que escribió esto no? —dijo tirando el papel sobre la mesa—.
— Si —respondí— fui yo.
— ¿Usted sabe que no muchos años atrás lo hubieran matado por decir la mitad de las cosas que están escritas en este papel?.
— No entiendo —tartamudee fingiendo no saber de que estaba hablando—.
— No se haga el boludo conmigo —dijo sin levantar la voz—
— No me parece para tanto —respondí mirando el papel—.
— Eso es un arma de doble filo señor Soneus.
— Disculpe, no fue mi intención yo solo…
— Usted nada. Usted está loco. Como se le ocurre escribir eso.
— Le juro que.
— No me jure hombre. Hágase cargo de lo que hizo.
— Pero si no hice nada —respondí— ahora si casi al borde del llanto.

Sentí que la puerta se abría y pensé que era lo último que iba a escuchar en mi vida. Otro profesor entraba a la sala.

— Disculpá Orlando, ahora está ocupado —dijo Grego—. Nos podés dejar solos.

Yo lo miré pidiendo auxilio, pero no fue suficiente. —Disculpen —dijo— cerró la puerta y se fue.

— Como le estaba diciendo —prosiguió— hace un par de años, por decir mucho menos que esto, lo chupaban y lo mataban.
— Pero eso ya no pasa más —dije— mitad afirmando, mitad preguntando.
— Por suerte no pasa más —dijo Grego— y a mí me volvió el alma al cuerpo. —Pero sabe lo que si sigue pasando
— No, no sé —respondí—.
— Los discursos se siguen guardando. Una copia de todos los discursos. Con el nombre y el apellido de quien los escribe. Y si el día de mañana esos hijos de puta vuelven a hacer lo que hicieron van a encontrar esto firmado por usted. Entonces lo van a ir a buscar y lo van a hacer mierda.
— No sea exagerado —respondí—
— No soy exagerado. Soy realista. Usted habla sin saber, pero yo la viví de cerca. Entonces, si no se enoja, le vamos a hacer algunos cambios.
— Cambie lo que quiera —dije—

A esa altura ya estaba totalmente relajado. Había entendido lo que me había querido decir. También era consciente del porque lo decía. Fue por eso que no me opuse.

— Ahora que ya se aclaró todo. Me deja que le dé un consejo.
— Si, claro —respondí—

Y acá comenzó un monologo del cual voy a hacer un resumen —en parte porque obviamente no lo recuerdo de memoria, en parte porque duró por lo menos 5 minutos—.

— No tiene que ser tan frontal. Yo entiendo que está en una edad en la que se quiere llevar el mundo por delante. Pero tiene que camuflar un poco sus ideas. Mire que fue muy jodido lo que pasó. De todo lo que tenga ganas de decir, diga sólo la mitad, lo otro guardeselo para usted, comentelo con algún amigo, en su casa; pero nunca ante gente que no conozca. Mucho menos en una escuela. Tiene que usar más metáforas; tiene que decir, por ejemplo, “Me gusta el chorizo, pero me chupo la cachucha”.

Escuché hasta ahí. Me mordí la lengua y aguanté como pude. Nada de lo que dijo después tuvo sentido para mí. Cuando terminó de hablar se paró y me pidió que volviera a clase.

Fui al baño, me reí en silencio, me lavé la cara y volví a clase. Entré al salón, me senté y miré a mi compañero de banco con cara de nosabesloquemeacabadepasar. Él me miro por unos instantes, bajó la vista y siguió tratando de resolver la ecuación.

10 comentarios:

  1. 25 años ;) por suerte.

    Besos

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  2. Muy loco lo que contás!

    Lo que te pasó fue que te habló un hombre lleno de miedo.Esa es mi primera impresión.

    Creo que hay que decir lo que se piensa. Lo que sí, ver el momento, el lugar y las formas. Pero dejarse llevar por el miedo... no es bueno.

    Además, el tipo te dijo "si vuelven", imaginando un futuro.Cualquiera. Y el sentido común indica que de haber vuelto, quien sabe si estaba uno.

    Me dio sensación de miedo y de paranoia, que por la edad que decís tener en otros posts y por el momento en el que puede haber pasado lo que contás, es (y acá el adjetivo que creo más cercano a lo que me parece la actitud de este profe, pero no sé si es el más atinado)comprensible en el señor que mencionás.

    No se puede vivir sin libertad. Tampoco sin valores.
    La conjugación de ambos, te permite decir lo que pensás y también tendrá peso en la forma de decirlo.
    Por otro lado, que asumir las consecuencias de lo que se dice, que en general, no tendría que pensarse en más que en "uh! no estoy de acuerdo con lo que dice este tipo" y punto.

    La verdad, re loco lo que te pasó.

    Saludos!!!

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  3. Marina: lindo nombre! En verdad es una suerte.

    Cecilia: sí, evidentemente estaba asustado. No era para menos, después supe más sobre lo que había vivido. Esto pasó en el '96 o en el '97 como mucho. Había pasado ya más de 15 años, pero calaron hondo. También creo que hay que decir lo que se siente, pero hay veces en las que es mejor guardárselo.

    Saludos

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  4. y si, no importa la época...la historia marca, y los educandos no pueden objetivizar al igual que los padres, hay una forma de "cuidar" que se transmite mediante el miedo, y éste opera en todas las situaciones, desde lo particular a lo general, lograr el equilibrio es el desafío.
    Yo personalmente estoy involucionando...cada vez digo más...la verdad, una mierda.., duermo tranquila, pero el sentimiento de soledad a veces es alto. Por suerte tengo gente (poca)con la cual identifico..eso me hace más contenta.
    Imagino que lo que contas,seguramente ha sido no se si definitorio pero importante...tanto, que no incluiste el link con tu discurso: tal vez porque simplemente no lo guardaste, lo tiraste...lo escondiste.....
    Yo por mi parte, espero recuperar algunos filtros solo algunos.
    Saludos

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  5. Yo también hice el se secundario en tres establecimientos distintos. De uno me echaron, de otro me fui por motus propio y termine donde quería.
    No me ha pasado que me amenacen con la vuelta de la dictadura, pero si pasé varias veces por tu situación: el ser citada y que me digan que no tengo que ser tan frontal y que nunca tengo que decir todo lo que pienso. Por supuesto que esa es una lección que nunca (hasta el día de hoy) aprení.

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  6. uff!! que loco...lo que deja el miedo en la gente...yo tengo alguna secuela de esas epocas y eso que no recuerdo casi nada, ni vivi nada malo, ni perdi a nadie, pero tengo cierto rechazo a policias y soldados, recuerdo cosas horribles del noticiero...en fin...

    cambiando bruscamente de tema...en mi blog tengo un regalito para vos...un detalle, nada mas...porque tus cosas me gustan mucho y siempre me quedo largo rato leyendo....por eso te elegi entre mis 11 amigos, la idea es que vos se lo pases a otros 11 que vos consideres que se lo merecen...muchos besos!!

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  7. Juliass: que bueno que vinieron sólo dos. Evidentemente el Grego quedó quedó muy marcado, después me enteré cuales fueron los motivos, y la verdad no era para menos. Es bueno sacar las cosas afuera, si quedan adentro hacen mucho peor. El discurso no lo subí porque Grego se encargó de hacerlo desaparecer.

    M: 1)que loco a mí también me echaron del primero, del segundo me fui porque quise y terminé donde pude.... 2)Idem Julia

    Azul: creo que no sos la única que tiene ese tipo de resentimiento hacia las fuerzas armadas y malos recuerdos.

    Gracias por el detalle. Ya veré como lo distribuyo!

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  8. buena anécdota soneus..! no haber escrito algo tan (supongo) zurdo, sino el hecho de verle los ojos a alguien con tanto miedo.. esos ojos son hitoria! valorarlos nos lleva mas tiempo supongo....

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  9. Coincido con Fernando, En los ojos de tu profesor habia historia.

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  10. grande soneus AGUANTE MIGUEL MATEOS!!!!!!!!!

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