sábado, 11 de octubre de 2008

El amor es ciego

– Tengo que hablar con vos dijo a través del teléfono. Sonaba raro, era como si algo grave estuviera pasando.
– ¿Qué pasa Luis? no me asustes –respondió Bárbara-
– Nada que te pueda decir por teléfono. Yo sé que habíamos quedado en no vernos por unos días, pero es importante que hablemos cuanto antes.
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– ¿Es algo grave? Preguntó ella.
– Eso lo vas a decir vos cuando nos veamos y te lo cuente.
– Si es lo que me imagino te juro que te mato, dijo Bárbara.
– No te imagines nada, esperá a que te lo diga y después decidí que querés hacer conmigo.
– Dejame que hablé con Julieta y veo si puedo suspender la reunión. Si no tiene problemas nos encontramos hoy mismo en el bar de Callao y Santa Fe.
– Preferiría que fuera en mi casa
– ¿Por qué en tu casa?
– Porque en el bar hay mucha gente y sabés que no me gusta discutir en público.
– Marcos, si es lo que me estoy imaginando te juro que te la corto.
– Basta Bárbara, no te imagines nada, cuando nos veamos te lo voy a contar.
Después te llamo -dijo Bárbara- y corto, Luis se quedó con el auricular en la mano. Bárbara hundió la horquilla con el dedo índice de la mano derecha y volvió a marcar mientras con la izquierda mantenía temblorosamente el tubo.

Florencia levantó el tubo y escuchó la voz de Bárbara.

– Flor, hoy no me puedo juntar. ¿Lo podemos pasar para mañana?
– Que pasó –preguntó Florencia-
– Todavía no sé, pero creo que es algo grave-dijo Bárbara-
– Algo grave, no me asustes Barby.
– Todavía no lo sé, pero creo que Luis me engaña.
– ¿cómo que te engaña? No puede ser, tiene que haber un error Barby –dijo Florencia-
– Ningún error, recién me llamó y me dijo que tiene que hablar conmigo de algo que no me puede decir por teléfono. Es seguro Bárbara, me está cagando.
– No puede ser. ¿De ser así por qué te lo contaría?
– Porque tiene cola de paja, porque siente culpa, porque es una mierda.
– Pará un poco, no te des manija. Esperá a ver que te dice.
– Si, ni bien salgo del trabajo voy para la casa. SI no te llamo antes de las 8 es porque lo maté y me fugué.
– No seas paranoica, y no hagas pavadas
– Ninguna pavada, te juro que lo mato –dijo Bárbara y cortó-
Sacó su celular y escribió un mensaje de texto.

Salgo del trabajo
y voy para alla

un minuto antes de la hora de salida estaba frente la reloj, cuando marcó la hora exacta apoyó la tarjeta y salió. Quería llegar cuanto antes, aunque interiormente no quería llegar nunca. El 92 se hizo esperar y, a diferencia de otras veces, viajó parada.

Luis esperaba ansioso, sabía que no sería fácil, pero tenía la esperanza de que Bárbara lo entendiera. Incluso esperaba que ella lo ayudara a salir adelante.

Bárbara se paro frente al portero y pulsó el 7º A. ¿quién es? –dijo Luis-. Soy yo –respondió Bárbara–.
¿Te olvidaste las llaves? –preguntó Luis-. Si –respondió ella–, aunque las llaves estaban en su cartera, como siempre lo están desde que son pareja.

Luis bajó a abrir y no se dijeron otra palabra más allá del hola obligado.

Los siete pisos en ascensor fueron eternos.

El departamento estaba hecho un desastre, a pesar del esfuerzo que puso Luis en poner un poco de orden. Él estaba bastante desalineado y tenía una barba de más de una semana. Sonaba Hotel de mil estrellas y sobre la mesa había un sándwich de salame a medio comer y una botella de cerveza vacía.

Bárbara se dejo caer en el sillón sin dejar de mirar a Luis. Él se sentó en la silla y dio otro mordisco con la mirada perdida.

– Soy todo oidos –dijo ella-
– No sé como decirtelo –responió él-
– Si tuviste huevos para hacer lo que hiciste, tené huevos para decírmelo.
– Pasó sin darme cuenta Barby. Cuando tomé conciencia ya era muy tarde para volver atrás, pero si vos estás dispuesta a…
– ¿A qué Luis? Decime quien es!
– Soy yo Barby
– Quién es la hija de puta.
– ¿De qué me hablás? –dijo Luis-
– No me hagas enojar más y decimelo ya!
– Estás confundiendo las cosas. Teestáscomiendocualquiera.
– De-ci-me-lo-ya
– Barby, yo soy…
– ¿Sos qué?
– Soy
– ¿qué? Luis ¿qué?
– Soy
– Decilo ya!
– Soy gordo Barby, soy Gordo.
– ¿cómo que sos gordo?
– Si Barby, soy gordo.
– Sos un sorete. Eso es lo que sos. ¿Cuanto hace?
– No sé, que se yo fue pasando de a poco. Yo esperaba que algún día te dieras cuenta sola. Pero vos nunca te das cuenta de nada.
– Sos un sorete Luis –gritó ella-
– Perdoname –dijo él entre lágrimas-
– No te perdono nada.
– Por favor, si vos me ayudás yo puedo…
– Vos no tenés cara. Soy una estúpida, como no me dí cuenta antes
– Perdoname
– Ahora me cierra todo, ahora caigo. Con razón.
– Por favor, no me dejes.
– Ya es tarde Luis, no te quiero volver a ver en mi vida –dijo sollozando Bárbara-

Bárbara salió del departamento dando un portazo. Él pensó en correr tras ella pero supo que sería inútil.

Nunca más volvieron a verse.

Ambos pasaron varios meses de depresión. Luis adelgazó 50 kilos. Bárbara engordó 20.

9 comentarios:

  1. Tipico ejemplo de que las mujeres no quieren escuchar.

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  2. Y si, la verdad es que hay cosas que preferimos no escuchar.

    Saludos

    Vani

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  3. jajaja en un momento no aguantaba mas la tension....la verdad coincido con diego a las mujeres no nos gusta escuchar lo que no estamos dispuestas a enfrentar...

    cuantas historias se deben haber terminado de esa forma no??? por no escuchar lo que el otro tiene para decir.....


    besossss

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  4. Las parejes pocas veces hablan de lo mismo al mismo tiempo...ja ja, me gustó!!

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  5. muy bueno, pero me trajo malos recuerdos. Mas de una vez vivi alguna situacion asi.

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  6. Muy bueno Tato, bien, cuantas veces en la pareja pasa eso, cuantas!!! Gracias x el hotel de mil estrellas...

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  7. Joaquín: posiblemente esté un poco limado, y de ser así bienvenida sea la limadura (ojalá sea de oro)

    Diego: La mujer es cosa así, ahora viene y te rompe todo....

    Vanina: gracias por confirmarlo

    Masmedula: gracias por pasar simpre. Preferimos no escuchar lo que estamos cansados de decirnos a nosotros mismos.

    Fer: bienvenido al mundo de los comentarios. Nunca jamás, sino sería aburrido.

    Anónimo 1: te acompaño el sentimiento

    Anónimo 2: cuando me cruce con Andrés le paso el piropo.

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