sábado, 15 de noviembre de 2008

Los cuatro sexos de la desgracia

Durante los primeros años del reinado del diez para mí hubo cuatro sexos.
Mi creencia se basaba en cuatro inscripciones con marcador indeleble, una por cada mingitorio del baño del colegio. De izquierda a derecha decían lo siguiente: Hembra, Macho, Puto, Guacho.

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El primer día de clases vi las inscripciones y supe que sólo había un lugar para mí, tal vez dos: Macho y Guacho.

Macho sabía exactamente lo que significaba, hembra también. Sabía que los putos eran hombres que se vestían de mujer y trabajaban de bailar en el corsoCorso: versión devaluada del carnaval, generalmente se celebraba en la avenida principal del barrio. Sobre Guacho no tenía precisiones, pero tan malo no me parecía porque mi tío Gardel me decía de vez en cuando guachito lindo.

En mis visitas al recinto sagrado fui alternando, según la urgencia, los mingitorios Macho y Guacho. Esto duró al menos hasta séptimo grado, cuando nadie era más grande que yo para cargarme por mear en el Hembra o en el Puto. Igualmente esto ocurrió contadas veces –el uso de los otros mingitorios- y fue sólo en casos de extrema necesidad.

En cuanto a los asuntos fisiológicas número 1 tengo que decir que salí invicto. Nunca, ni una sola vez, me senté, en siete años, en el tronoArg: sinónimo vulgar de inodoro del baño la escuela. Es más, nunca me había sentado en otro inodoro que no fuera el de mi casa.

EL invicto lo tuvimos sólo cuatro alumnos del “C” Carlitos, Pablo, Ángel (aunque hubo manchas en la porcelana que se las adjudicaron a él, pero nunca fueron probadas) y yo.

Cuando terminé la primaria, el estúpido juego se fue conmigo al secundario. Ahí fue más difícil, porque hice la secundaria en un industrial (en realidad fueron 3 establecimientos distintos) y bancarse el doble turno es para pocos.

El primer año lo superé con algunas dificultades. En el aspecto académico fui promovido a segundo con dos previas, matemática y castellano. En el aspecto higiénico fueron dos casi no llego.

El 2do año la manía se acrecentó, seguía sin sentarme en otro inodoro que no fuera el de casa y para colmo de males, un principio de asma me obligó a seguir un estricto tratamiento de corticoides que duró más de un año y dejó como saldo veinte kilos más en mi cuerpo. Por ese entonces y tal vez por mis 92 kg. distribuidos en mi metro sesenta comenzaron a decirme “el gordo”. Y yo, haciendo honor a mi mote, me comportaba como tal.

Y la cuestión es simple, todo lo que entra tiene que salir. Más entra, más sale. Es una ecuación de primer grado. Pero yo no era muy bueno en matemática. Mucho menos en física.

El viaje de casa al colegio duraba un cassette, por lo que comencé a quedarme en la escuela entre turnos. Los días se estiraban como fiaca de domingo y mi manía era cada vez más peligrosa. Pero yo no estaba dispuesto a ceder.

Una mañana, diez años después de haber leído las cuatro inscripciones en la pared del baño del colegio, sentí que mi cuerpo experimentaba cada uno de los cuatro sexos.

Los primeros síntomas se presentaron a media mañana y resistí los embates interiores con hidalguía, como buen macho que era. Como me consideraba macho pero no boludo, decidí que al salir de taller volvería a casa a arreglar ese asunto.

Cuando sonó el timbre salí disparado del colegio. Caminé por Palaá y al doblar en Alsina fui consciente de que la distancia que me separaba del Pescadas era enorme. La fuerza interior era aún mayor.

Lo lógico en ese momento hubiera sido volver al establecimiento y terminar cuanto antes con esa tortura. Pero yo era un nene de mamá. Un maricón que no estaba dispuesto a negociar. Así que aposté a todo o nada y decidí seguir mi camino.

Una cuadra antes de llegar a la parada del 271 ya no me sentía tan macho, lo cierto es que estaba aflojando como un maricón.

Me senté en la vereda creyendo que un descanso sería la solución. Sentía frío, sudaba y quería llorar. —No seas puto— me decía a mi mismo, ya va a pasar. Dos minutos después entré en fase Hembra. Inmediatamente ocurrió la desgracia.

El viaje a casa fue vergonzoso para mí, y supongo que insoportable para los demás pasajeros.

Cuando bajé del colectivo y caminé desgraciado por el barrio supe que cargaba con una vergüenza más. Y con una manía menos.

25 comentarios:

  1. Gracias, una vez más una historia que permite meterse y vivirla... Ahora, encuentro algo un poco mas profundo que una historia, y eso creo que es lo mas jugoso, por lo menos para mí. Si la experiencia te hizo replantearte la idea de "macho" que heredamos desde hace siglos, bienvenida sea, Genaro estará muy agradecido. ¿Imaginate si hubieses tenido la libertad de poder mear donde se te cante el culo, sin pensar "tengo que hacer sólo acá"?, puede no gustar el comentario, pero es lo que tengo ganas de decir hoy.
    Besos,

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  2. Tute, me gustó tu comentario. Digamos a los 7 años venimos un poco estereotipados y las cosas son un poco rígidas. Ojo que había muchos que usaban cualquier mingitorio, más allá de las cargadas. Visto a la distancia eran mucho más vivos que nosotros. Aunque creyeramos lo contrario.

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  3. alto relato, a veces sucede que creemos que hay situaciones que sólo le pasan a uno....y por otro lado también sucede que hay historias que uno trata de olvidar..más esta historia removió recuerdos de baños escolares que de lejos se viven graciosos..más aún cuando el baño no tiene trono...y como "hembra" siempre tenes que apoyarte en algo..., asi se construye la identidad de una mujer sin trono...eh..vamos, eh!

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  4. Julia: también tengo historias de letrinas, un día de estos voy a escribir algunas. Me trae gratos recuerdos. Que feo era cuando salpicaba! después aprendí que no había que agacharse tanto. El equilibrio! el secreto de la vida!

    Lola: gracias!

    a las dos: gracias por comentar! que se haga hábito!

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  5. La foto del pescadas es de tu casa?

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  6. Muy bien Soneus!!! es bueno contarlo...pensar que a muchos le paso lo mismo años más tarde y siguen diciendo que fué a los seis...Yo tambien me hice caca!!!!y que!!??
    Fer

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  7. Fabián: la foto no es de mi casa. Es de un Cabaret de avellaneda.

    Fer: claro que está bueno contarlo, y es mejor es saber que no soy el único.

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  8. Yo también soy de culo finoli y me cuesta hacer en otro que no sea mi baño. Por suerte nunca me pasó algo así, soy de largo aguante. jaja!
    Muy buena la historia.

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  9. Gustó me mucho. Agregadísimo a mis links!!!

    Muitos beijos

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  10. Eras un saco de mierda... literalmente

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  11. Malena: por suerte ya superé esa etapa. Donde sea y como sea

    C@rito: gracias! pasá cuando quieras

    Minarva: que poder de síntesis! no quise decirlo tan explicitamente, pero sí así fue

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  12. Podés creer que yo tuve el mismo pensamiento?. "Deberían mandar a Casciari, ése sí que es un verdadero ícono argentino"...
    Cuando tenga tiempito me leo tu blog de una sentada, porque me parecieron muy interesantes algunas cosas que escribís.

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  13. Buenas!
    ante todo gracias por pasar!

    Que te puedo decir... yo tambien soy bastante resistido de ir a otros baños... mi inodoro es mio y punto, el del resto es como demasiado torturante!
    solo una vez estuve en tu situacion y fue en el super... obviamente que tuve que dejar de ser macho para no cagarme en el intento!!!!
    saludos y buena semana!

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  14. Por cierto que resignarse a baño extraño es todo un aprendizaje de la vida
    Buena semana =)

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  15. Interesante texto.
    Luego lo volveré a leer en detalle, ahora me duele la cabeza.

    Debo admitir que entre por curiosidad, puesto que me llego un mail sobre este blog, quien eras vos y eso.

    Interesante.
    Volveré... Y leeré sin dolor...
    Saludos.

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  16. Saludos Cagón!!!!

    Joaquin

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  17. Me hiciste reir, desgraciado!

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  18. Ja... Me ha pasado. Pero por suerte siempre oriné en el mingitorio que decía "puto" así que ante la urgencia, preferí hacer un acolchadito con papel higiénico sobre los bordes del inodoro, y no cargar con la vergüenza maloliente de mi hombría... (que para ese entonces ya tenía poco de hombría...)
    Luego de eso he desarrollado toda una ingeniería para ir a baños ajenos y aminorar ruidos, olores, y disimular para que parezca que fui a mirarme al espejo. Saludos, ta bueno el blog. Sigo leyendo.

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  19. Julia: no hay dudas que debería ir Hernán, aparte le queda a un paso.

    Lic_jasper: igualmente.

    CaZp: un aprendizaje dificil, pero no imposible.

    G: espero que estés mejor, gracias por pasar, Volvé cuando quieras

    Joaquín: dimelo en la calle!

    Paula: entré en fase hembra. No que me hice hembra!

    Ana: de nada

    Dago dC: eras vos el del mingitorio? muy buena tu técnica. Yo prefiero atajar penales. Me intriga esa ingeniería, puede llegar a ser útil.

    Gracias a todos

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  20. Que loco!!
    Yo hago en cualquier lado ¿en que sexo me pone eso?

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  21. Anette: eso te pone un paso por delante de cualquiera!

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  22. En mi escuela primaria había 6 mingitorios...Hembrs Macho Puto Guacho Hembra Macho... O sea que la mitad estaba disponible....cuando ibas al baño en clase no había problema el tema era en el recreo , se hacia cola para mear...porque el que te encontraba en el lugar equivocado te empujaba contra la pared .... Y estabas aterrorizado si tocabas con la punta de la cabeza del pito esa pared !!!! Tu vieja te decía que te pescabas cualquier peste !!!!ja ja... Ah yo tambien termine invicto de evacuación de vientre en la primaria y secundaria...

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